Un océano de dudas {Libre}

Se sentía lleno de júbilo. Había sido el instructor de lo que se convertiría en costumbre para el vampiro que acababa de abrirse a la realidad; Se sentía lleno en su gozo. No por el hecho de haber contaminado un alma que ya se sabía que iría al infierno, si no por... El hecho de sentirse el padre de éste. Sí. Él era algo así cómo su padre... Le había hecho recordar lo que era el deseo por el líquido vital que compartían los humanos, esos seres claramente inferiores.

Su nombre. ¡De nuevo!. Era tan sustancial cómo un humano, pero más bello que los mismos. Una pequeña sonrisa bailó en sus labios y se instaló de manera firme; No. Ése pequeño suyo no tenía motivos para conocer el nombre que su amo le había otorgado. La mano que por unos momentos acarició el hombro de su contra parte danzó con deliberada lentitud hasta que le acarició en un movimiento rítmico y tenue la forma de la mejilla del peliplateado que había adquirido un color pasteloso, dejando allí instalado un rastro sangriento.

No tenía intenciones de responder y sabía que el otro, con el gesto efectuado, lo sabría. Su palma se ahuecó con suavidad en la forma convexa del pómulo sostenido y ladeó el rostro por cuenta (aún y sosteniendo la mejilla ajena) propia para... Sus labios, llenos en la sangre de la victima que yacía en el suelo dieron con los del inexperto vampiro en un beso de índole tierna. Apenas fue un efimero roce en el cual se permitió el oler el aroma del otro antes de volver a separarse.

Le miró a los ojos por un par de segundos que se le hicieron eternos y la mano apoyada en el pómulo contrario se separó de éste para deleitarse con la largura de aquellas sedosas hebras. – No olvides el camino a casa. –

Y cuando esas palabras fueron pronunciadas, dejó que se rompiera todo contacto con el noble y con un mero pero certero movimiento desapareció de la vista contraria, sumergiéndose en la oscuridad del lugar por dónde habían venido sin darle tiempo siquiera a su compañero a reaccionar u quejarse.



{/ Cerrado }