Si todo terminase ... Yo ... *Libre*

{ Orden cronológico; Antes de conocer a Nicolas.}
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Una suave risita fluctuó por entre las tumbas dónde personajes importantes (y quizás, no tanto) descansaban en su sueño eterno. La risa provenía en cuestión de él; Un niño de corta cabellera del color del oro, piel tan pálida cómo una hoja de papel y sonrisa retorcida. Solo. Totalmente solo. Arrodillado sobre el largo de una de las cajas fúnebres bordeadas por un mármol nítido y palpando la lápida que se encontraba en la zona alta de la misma.

Acarició con sumo cuidado el contorno de un nombre estaba grabado sobre una de las tantas lápidas allí congregadas con el índice diestro y de nuevo, rió quedamente, desquiciado; Loco. No era nadie especial, siquiera conocía a quién estaba allí enterrado, pero deseaba compartir con aquella lejana alma el sabor de su victoria personal; Estaba solo. ¡Él!. Noble y futuro heredero de la compañía de su padre se encontraba tirado cómo un perro en medio de la carretera.

Se bastó de una discusión con su sirviente para irrumpir a gritos frente a éste, ordenándole el regreso al hogar de procedencia. Odiaba Inglaterra. Odiaba a su mayordomo. Lo odiaba todo.

Lenta y cándidamente su sonrisa se borró de su faz para dar paso a un gesto tan infantil cómo antiguo; Un puchero. Poco a poco, sus dedos se crisparon sobre la marmórea superficie de la lápida e inclinó su posición para que su frente impactase contra el frío de la misma. Y no tardó en suceder; Lloró. A escondidas, bajo la tutela de las estrellas, escondido de los que tanto detestaba. Si no fuera que su cuerpo se estremecía de vez en cuando, seguramente no se hubiera notado que estaba dejándose al llanto, no obstante, su espalda temblaba hasta el punto de parecer querer romperse, así cómo su estomago se contraía de manera violenta.

A los ojos de cualquiera que le viese en la oscuridad , Eglath no era más que una de las tantas estatuas de aspecto fúnebre de las tantas que había por ese cementerio.
¿Por qué estaba ahí ? La respuesta era demasiado vergonzosa cómo para que el demonio la admitiera...
En ocasiones las almas escapan, intentan regresar a sus cuerpos aunque ya se les haya dado sepultura, pero por algún motivo no pueden atravesar el frío marmol que las separa de su antiguo cuerpo descompuesto que yace metros abajo...Almas, estúpidas...quedan atrapadas en el recuerdo de lo que nunca fue y para un demonio debilitado como Eglath el cementerio era un lugar donde conseguir carroña, pues obtener almas de ese modo tan deshonroso...
Esa noche no había tenido mucha suerte, todo estaba terriblemente tranquilo, ya iba a regresar a la catedrál cuando a unas pocas tumbas de distancias le pareció ver algo...o mas bien a alguien...

Qué extraños y patéticos eran los humanos!!
Risa, llanto...parecía no poder decidirse, tal vez la noche se tornara divertida despues de todo, aquel chico parecía un juguete perfecto para el aburrimiento del demonio y si de paso podía llevarse un alma pura y de primera mano, mejor que mejor.
Se acercó sigiloso hasta el lugar, situandose por detrás del menor, encapuchado para pasar "desapercibido", parecía que al final el llanto había predominado sobre sus emociones.
-¿...Era un familiar?- le preguntó sombrio, había empezado el juego.

Sus dedos, níveos y delgados volvieron a ejercer tal presión sobre la superficie de la lápida que estos en vez de tener el color rosado que correspondía tomaron un tono blanco, un blanco enfermizo. Quería golpear, maltratar aquello en lo que había decidido aposentarse, no obstante, retuvo el deseo de hacerlo por temor a quebrarse algún hueso. Era cobarde. Un cobarde.

Más minutos sucumbían, menos eran las lágrimas que se desbordaban por la fina comisura de sus ojos, otorgándole tras aquello cierta paz interior. Durante el proceso de calma, prácticamente se había abrazado a aquello que estaba tan frío cómo un cubo de hielo, cómo si le entregase el sustento necesario para no caer rendido a la noche. A las tinieblas. El llanto por fin amedrentó, aunque ya sus sollozos no se escuchaban, su pesada respiración se hizo de notar en aquel desertico lugar, no, no respiraba. Jadeaba. Jadeaba en un intento por encontrar aire casi de manera desesperada.

La voz a sus espaldas le hizo dar un respingo y sus brazos dejaron de aferrarse a la tumba del desconocido, cómo si su primer pensamiento hubiera sido el pensar que, a esas horas, algún familiar estuviese ahí. No se giró, no quería ver el enfado en los ojos de quién seguía creyendo que sería un pariente del muerto, simplemente, intentó bajarse de la mesa de mármol para dar contra el suelo. Pero su cuerpo entero aún temblaba por los espasmos del sucumbido llanto y esa fue una de las primordiales razones por las cuales terminó dándose contra el suelo, volviendo a hacer que un gemido símil a un quejido naciese en su garganta y muriera entre sus abiertos labios.

Se mantuvo en silencio, impasible ante aquel "espectaculo" ofrecido por aquel niño..aquel niño maleducado que ni se había dignado en responder a su pregunta.
Ahora estaba tirado a pocos pasos de donde se encontraba.
El demonio, indiferente, dio un solo paso hacia el frente, agarrando por las ropas al chico y elevarlo hasta tenerlo frente a su rostro y observalo en silencio un momento, le bastó con eso para saber algunas cosas de él...una criatura debil, engreida...un simple humano.
Bajo el amparo de su capucha , estaba seguro de que el otro apenas podía llegar a verle el rostro, tal vez un poco los ojos y la nariz...mejor para él.
- Es vergonzoso llorar si no se tiene motivo, pequeño...- le dijo en el mismo tono sombrío dejandolo en el suelo de nuevo , pero de pié.
Lo miró de nuevo, era bastante joven y nada desagradable para la vista...tal vez pudiese ser un juguete interesante y no acabaría con él todavía, pero claro...eso dependía del otro en realidad.
- ¿Por qué estás aqui?...- le preguntaba en el mismo tono sombrío.- ...apostaría a que no tienes a ningún ser querido enterrado aqui...

Por un momento se sintió cómo uno de sus animales más odiados; El gato. Puesto que el modo de agarrarle de las ropas le pareció idéntico al modo en el cual los gatos transportaban a las crías; Desde el pellejo. No obstante el ligero dolor de rodillas le impidió el manifestarse mediante patadas o movimientos de índole brusca. La vergüenza además de tener el rostro aún empapado le hacía sentir ligeramente inferior a ése desconocido. Pero sólo ligeramente.

Tenía una visión muy reducida de aquel rostro y eso le indagaba. ¿Qué ser era el que se escondía tras una mera capucha?. Alzó la mano con claro ademán de atentar contra esa tela, pero antes siquiera de alargarla en dirección a éste, sus pies dieron contra el suelo, poniendo en claro la diferencia de alturas. Quizás, ni saltando llegaría a retirarle aquella que cubría su sombrío rostro. La voz de éste, por otro lado, no le impactó. Conocía a personas con la voz más endurecida y grave; La de su padre, por ejemplo.

Pequeño. Y de nuevo esa maldita palabra. Sus dedos se crisparon y confrontaron un puño, pero por seguro quedaba que no golpearía a quién se las podía devolver por multiplicado. Después de todo; Se encontraba totalmente solo y no tenía espalda a la cual cobijarse... Cómo era costumbre. – No le incumbe. – Siseó, aún ronco por el llanto impartido, aunque claro estaba que su voz era melodiosa; Cómo todo el de su edad. Tras esas palabras sacudió su figura entera por su algún miembro de esa figura alargada estuviera aún sosteniéndole por las ropas y dio un par de pasos hacía atrás, los suficientes para guardar las distancias. – De todos modos, ya me iba. -

No se movió de donde estaba, aún no era necesario...aquel muchacho parecía ser más de lo que aparentaba, ya lo había pensado de hecho al verle pues no era normal que un jovencito de ese aspecto "delicado" y tan joven andase solo a esas horas de la noche por un lugar como ese, aún habiendose escapado de casa por algún motivo no era normal..algo ocultaba y eso alimentaba el espíritu de juego del demonio.
- Tienes coraje, muchacho...- esta vez su tono sonó algo mas ¿animado? ..mas bien sonaba entre irónico y burlón , sabía que por muy altanero que fuese el otro no tenía ninguna posibilidad anta él y aún así aún no había salido corriendo.

- Pero me temo que no vas a ir a ninguna parte de momento...-comenzó a andar cual buitre a su alrededor, sus pasos eran casi inaudibles aún estando caminando sobre gravilla y hojas secas, parecía estar levitando mas que andando.- Este no es un lugar seguro para un niño como tú y menos a estas horas...-le observaba detenidamente en cada paso que daba, le importaba bien poco si eso incomodaba a su pequeño interlocutor.-¿...y si yo fuera el vigilante del cementerio?...no te parece que entonces Sí me incumbe el porqué de esta visita noctambula?- de pronto paró en seco delante de él, clavando sus ojos en los contrarios, ahora la escasa luz de luna le alumbraba lo suficiente como para que su rostro se viese con mayor claridad.- Te lo preguntaré de nuevo. ¿ que haces por aqui...a esta hora?-

¿Qué no se iría?. Contuvo con calma los improperios que en ése momento hubo deseado soltar y se limitó a observar cómo aquel cuerpo se movía a su alrededor cual ave rapaz, esperando el momento oportuno para atacarle, para dañarle. ¿Sacaría los ojos cómo esa clase de aves?. Por un momento, intuyó que su idea no iba mucho más allá de la realidad. Su voz ahora burlesca estaba estremeciéndole y la escasez de sonido de éste al andar sólo lograba alterar sus sentidos. Algo no iba bien... Lo notaba.

Su rostro palideció de manera gutural al ver entre la escasa iluminación de las farolas del cementerio el color de la piel ajena... No sólo eso. ¿Tenía sangre en los pómulos?. Las bochas de las que era dueño se abrieron por la sorpresa, por el ligero estupor que se acrecentó en su vientre; Sin embargo, Se intentó mostrar sereno, cómo lo haría un adulto. Cómo se lo dictaminaba su propio orgullo. – Si usted fuera el guardia le diría que cuidase las lapidas... Hay un par rotas. – Cuando ambos quedaron totalmente encarados dio un efímero paso hacía atrás de manera auto-protectora. Visto estaba que aunque comenzase a repartir golpes tenía las de perder... ¿Y corriendo?. La posibilidad de salir en estampida le hizo mirar de manera disimulada hacía los lados. Demasiado oscuro; Seguramente caería en su intento. – Pero viendo su insistencia, le diré que meramente estaba... Escapando. - ¡Cuanta ironía! Había escapado de las crueles garras de su mayordomo para caer en otras un tanto más... ¿Peligrosas? ¿Extrañas?. Aún no tenía palabras para calificar a ése ente.

Al responder de manera correcta y con la verdad entendió que ya el castigo se abría levantado, por lo que pegando la espalda contra la pared de un mausoleo (para cubrirse la misma y asegurarse que no atacaría desde atrás) comenzó a caminar en dirección al sud.

Negaba con la cabeza viendo la actitud del otro sin poder evitar que una risa grave sonara por lo bajo al verle retroceder.
- ¿ de verdad crees que puedes ..."escapar"...?- parecía estar riendose de él.- Los humanos sois de verdad unos seres muy divertidos...Pequeño necio...- se cruzó de brazos, dejando caer así algunas de las cadenas que llevaba al suelo y mostrando claramente sus brazos.
- No me apetece jugar al ratón y al gato...tal vez hayas escapado de algo que te atormentaba...- retiraba la capucha dejandose ver, no quería hacerlo hasta estar seguro de qué intenciones tenía para aquel muchacho.-...pero en unas horas desearás no haberlo hecho...- avanzó hasta él pero se detuvo a escasos 2 pasos.- ..o quizas todo lo contrario...eso depende de tí...- extendía su mano "ofreciendosela", aceptara o nó el otro no tenía escapatoria y esa noche sería interesante para ambos...Eglath casi esperaba que el pequeño se resistiera, así pondría todo su sadismo a relucir, cosa que le encantaba y que hacía siglos que no ponía en práctica.

Las vio. Bajo la luz mordiera esta vez sus ojos dieron con las cadenas que el otro llevaba encima, haciéndole sentir un tormento interno. ¿Qué hacía un humano con...?. bien. Esta vez fueron sus labios los que se abrieron por la sorpresa. Hubiera deseado poder emitir algún tipo de sonido pero no logró hacerlo, de estos no salió absolutamente nada; Era de un color inmortal. Extraño. Así cómo las heridas que condecoraban su rostro eran por demás totalmente inéditas en un humano. En un igual. No. Él no creía en otras razas... ¡Sólo habían humanos!. Pero él... ése...

Prensó la espalda contra el muro, alejándose de manera rotunda de la mano extendida, más, en ningún momento su mirada se movió de aquel rostro cuya tonalidad y marcas le dieron a entender que no estaba tratando con humano, aunque, claro, para verle debía de mantener el rostro en una posición un tanto incomoda puesto que el otro le sacaba un par de cabezas.

Empero, armándose de valor y decidido a luchar por la escapatoria, golpeó con cierta rudeza la muñeca del demonio para apartarla de su trayectoria y sus pasos, aunque torpes en un principio se convirtieron en una rápida carrera. Pronto se vio rodeado de la más absoluta oscuridad y el único sonido a escuchar fueron sus propios jadeos. Jadeos seguidos de unos pasos irregulares que a su vez marcaban sus caros zapatos contra las hojas secas.

¡Cuan divertidos podían ser los humanos!
Ese era el único pensamiento que cruzaba por la mente del demonio cuando el otro le golpeaba y salía corriendo.
Una reacción bastante comprensible.- Lastima...- fué lo único que dijo observandole cuando se alejaba, sin molestarse en seguirlo.
Por un momento pensó que tal vez podría hacer de aquel niño "algo más" que un simple humano...pero como un simple humano se comportaba, así que ese sería su trato con él.
Le perdió de vista finalmente y sin ningún esfuerzo dió un enorme salto impulsandose hacia delante, podía verle como una diminuta hormiga que corre para salvarse de algún insecto mayor.

Lentamente aterrizó unos metros por delante del chico que claro, no le vió aparecer en la oscuridad y en pocos segundos ya se habían chocado.
- Vaaayaaa...- lo sujetaba por los hombros.- Finalmente has venido a mí, pequeño...-
Soltandolo hizo un ademán con ambas manos y las hojas secas que estaban a su alrededor comenzaron a arder, formando un circulo de fuego que rodeaba a ambos, las llamas eran excepcionalmente altas , aquello era una carcel de fuego.

- Bien...- hincaba una rodilla en el suelo y extendió ambas manos hacia el pequeño, una de ellas con el mismo gesto de invitación y la otra con un gancho ensangrentado unido a una cadena , que había arrancado de su propia carne hacía un momento.
- Podemos hacerlo por las buenas...- mostraba su mano derecha, la "inofensiva".- o por las malas...- Mostraba la otra mano con el gancho amenazante y afilado.- Es tu última oportunidad, pequeño...elíge bien.-

Lo había logrado! No tenía a nadie persiguiéndole a sus espaldas y el nulo sonido de la persecución le hizo creer en la victoria; Había ganado a la muerte. Al menos, a uno que parecía el presentante de la misma. Pero justo cuando podía paladear el sabor de la victoria, su cuerpo dio contra una superficie fría, ligeramente endurecida. Sin lugar a dudas; Otro cuerpo. Se tambaleó, más no calló por el agarre de aquello con lo que había chocado... Un aroma a sangre impactó en sus fosas nasales, haciéndole sentir unas nauseas atípicas en él.

Su mirada no se movió del rostro del mayor, siquiera para observar cómo cuanto les rodeaba ardía bajo una descomunal hilera de fuego. Era un sueño. Debía de serlo. Una pesadilla. Seguramente despertaría y aún estaría abrazado a la lapida... poco a poco, miró cómo ése se arrodillaba prácticamente frente a él, extendiéndole una mano; o bien, el signo de la muerte o la liberación que representaba su palma desnuda. Repasó con cuidado el arma presentada; Sangraba. Tenía sangre recorriendo el filo, obviamente, ni cuenta se había dado de cómo se la hubo sacado del cuerpo, simplemente podía ver la esencia del color del vino envolviendo el filo.

Y... su mano. Esa de aspecto humano pero de color ligeramente distinto. No alargó sus dígitos hacía ninguna de las dos opciones. Sus ojos del color del olivo buscaron algún rastrojo que le indicase que en la mirada del otro no había maldad; Al menos, no de la psicópata y poco a poco, fue alargando casi sin conciencia de ello su mano hacía la palma que le era extendida; Concretamente, la desnuda.

Lo miró directamente a los ojos, clavando sus rojizos iris en las orbes ajenas, las cuales poseían un color verdoso que encantaba el demonio.
- Muy buen chico...-sonrió ampliamente , finalmente había logrado lo que quería, prefería que sus "victimas" fuesen con él por su propia voluntad, de ese modo era más fácil, más cómodo ...y a la larga mucho más divertido.
Cerró la mano atrapando la ajena, mucho mas pequeña y pasando la otra rápidamente por encima, ya sin la cadena.- Has aceptado...-le decía retirando ambas manos dejando ver que ahora en la muñeca del chico había aparecido de pronto algo parecido a un brazalete de metal, muy pegado a su piel.- Lo que te pase a partir de ahora depende íntegramente de tí...- le miraba fijamente sin levantarse.

- Tú actitud...tus actos...todo cuenta para decidir tu destino próximo.- El fuego que los rodeaba disminuia de intensidad y altura, quedando casi apagado, pero aún era visible.
- Mientras lleves eso puesto no podrás separarte de mí a menos que yo así lo desee...como dije, depende de tí lo que te pase, pero de momento eres de mi propiedad...- le hablaba calmado , con toda naturalidad, como si aquello fuese una situación de lo más normal, la cosa es que ese brazalete haria que el chico fuese a donde el demonio fuera, tiraría de él con gran fuerza y era practicamente imposible abrirlo por lo que intentar escapar era inútil.-...Hagamos las cosas fáciles, ¿ de acuerdo?...¿como te llamas, pequeño?-

Un chasquido de dolor emergió de sus labios cuando notó la muy ligera presión de un metal ceñirse a su muñeca y para su sorpresa, cuando vio hacia ésta observó cómo ése brazalete parecía estar adherido a fuego en su piel. - ¿Pero qué...? – No entendía nada. Absolutamente nada. De hecho, aún esperaba el momento en el cual despertarse de ése abstracto sueño. Pudo notar, no obstante, que tras la rendición hacía ése de los luceros rojizos las llamas que rodeaban ambos cuerpos se vieron visiblemente apagadas, ahora seguían brillando, pero no con el esplendor de antes.

Giró suavemente la muñeca, no para quitarse el utensilio ni para siquiera tocarlo. Simplemente deseaba observarlo de cerca. Le apretaba la piel, sin embargo, parecía no cortar sus vías intravenosas, por lo que seguramente no se quedaría con los dedos amoratados. - ¿Qué es esto? – Alzó lo que portaba con cierto afán inquisitivo, pues aunque las riendas de la situación las tuviese el demonio, él no se daría por sometido. – Yo no soy de tu propiedad... - ¡Vamos! Ni que fuera un vulgar perro... Esta vez si, su mano libre intentó valerse para quitar de la atada aquel aro que se ceñía a él, pero por más que tiró pareció no servir de nada. – Quitamelo. – volvió a mirarle directamente a los ojos y alargó su maniatada muñeca en dirección a éste, dándole a entender claramente a lo que se refería.

Volviendo a pasar por alto una de las preguntas del otro; ¿Su nombre? No era merecedor de conocerlo.

Ante la actitud del otro varias posibilidades se abrían ante el demonio, podía acabar con todo aquello de un modo muy cencillo a la par que rápido, pero parecía haberse encaprichado de aquel chico...le gustaban sus ojos y su actitud altiva, aunque por supuesto no podía dejarle ir ya por muy enrrabietado que este se pusiera.
- Estoy viejo para este tipo de juegos...si no me das tu nombre tendré que ponerte uno yo mismo...- ingonando sus palabras y su petición, se levantaba, dejando en evidencia de nuevo la notable diferencia de alturas y empezó a andar, dejando atrás las brasas y adentrandose en la oscuridad, no temía que su nueva "adquisición" se diese a la fuga, llevaba el brazalete y por ello estaría andando a su lado en pocos segundos.

- mmm...pulgarcito.- murmuraba viendo de reojo como la otra figura se acercaba.- por lo bajito te vendrá bien "pulgarcito"- lo miraba de reojo.- ¿ que te parece? ...lo dejamos así o me dirás como he de llamarte?...- continuaba caminanado lentamente por aquel cementerio, esa zona estaba totalmente en penumbras y parecía que aún quedaban unos cuantos cientos de metros para alcanzar la salida.

Le había... ¡Le había ignorado!. Valiente estupido. Ya se las vería con quienes correspondiese una vez lograse escapar de éste. Sí. Se lo diría a su mayordomo y emplearían un suculento busca y captura. Esto no quedaría así; Bajo ninguna circunstancia. El hecho de que le ignorase causó cierta cólera en su pequeño cuerpo empero, no siguió los pasos de éste tipo... No hasta que notó una ligera presión en su muñeca. Era sin lugar a dudas cómo la cadena de un perro, una invisible. Sus pasos se dieron casi automáticos, cómo si algo tirase de su persona y le obligase a seguir esos pasos cual corderito al pastor... ¿O sería el lobo en éste caso?.

- Pulgarcito está bien.- No. No diría su nombre a ése chiflado con tendencias extrañas. Sería lo único que sería incapaz de arrebatarle; Y se sentía dichoso de ello. Su nombre, era suyo. Punto. Su voz sonó cómo un suave susurro que se denotaba; Estaba siendo una mascara para contener el griterío que hubiera gustado soltar. A él poco le importaba el nombre del ajeno, suficiente tenía con intentar saber que era lo que estaba sucediendo. Más, sus piernas se movían por si solas y el grillete entorno a sus muñecas era quién le guiaba entre la penumbra, pues siquiera podía distinguir a quién le había capturado cómo si fuera un animal.

- Pulgarcito...- repetía, parecía estar disfrutando con todo aquello, hubiese preferido que el dijese su nombre, pero si todo salía como el demonio tenía planeado le entregaría mucho mas que eso...su preciosa alma inmortal y`pura sería suya pasa siempre.
Parecía que su pequeña "mascota" no estaba abierta al diálogo precisamente...eso le extrañaba de algún modo, lo normal en un humano sería que estuviese llorando y gritando desesperado y más en uno tan joven.
Definitivamente este chico estaba lleno de sorpresas.

En un silencio sepulcral, en el que solo se escuchaban los secos pasos de "Pulgarcito" sobre el rústico terreno, subieron las escaleras que les conducían a la salida.
- Te llevaré a un lugar...- le dijo sin mirarle, su vista estaba fija en las luces de la ciudad que se vislumbraba majestuosa a lo lejos.- está algo alejado...- lo miró- lo mejor será que tomemos "el atajo"...- volvía a extender la mano hacía él, a Eglath no le gustaba hacer esfuerzos innecesarios y menos con algo que se suponía era suyo, podía cargarle sin más pero prefería que el otro tomara iniciativa...así iba "aprendiendo".

Un lugar. Vaya. Mucha información de golpe. Puso los ojos en blanco, realmente, esperaba que aquello fuera. ¿O...?. Su mirada vagó por las luces de la ciudad. ¿Estarían bien en su mansión? Seguro que Scaret (su mayordomo) le regañaría al regresar por el tiempo tardado. Por que... Iba a regresar. Fuera cómo fuese volvería allí; De dónde había escapado por razones de mero capricho y desahogo. Lentamente volvió sus luceros hacía la cadena ceñida a su muñeca y arrugó ligeramente los labios, quizás mordiéndol...

Al escuchar nuevamente su voz enervó el gesto, dejando de lado sus pensamientos y especulaciones, sin embargo, cuando el de mayor estatura le tendió una mano se negó en rotundo a aceptarla y cómo si no la hubiera visto y haciéndose falso conocedor del área al cual iban a ir, caminó hacía delante, dejando atrás a quién había tenido un gesto amable consigo. Obviamente, presuponía que ése gesto era para cargarlo pues el terreno presentado a continuación era un tanto turbulento. Es más, la oscuridad afligida le hizo trastabillar, más por alguna arzón no llegó a caer por completo. Le miró por encima de un hombro con el orgullo brillando en sus claros rubíes, y esperó a que el otro prosiguiera también; La maldita cadena no le dejaba continuar.

Esto se ponía cada vez mejor...
No recordaba que los humanos fuesen aí de divertidos...de verdad que aquel pequeño orgulloso le estaba sorprendiendo cada vez más y grátamente.
En lugar de recoger la mano "llamó" a una de sus cadenas silenciosamente , que , obediente acudió a la llamada de su amo.
Con una sonrisa alarmantemente calmada solo estiró el brazo hacia la dirección en la que había ido su "pulgarcito" y la cadena salió disparada, llegando hasta el chico y enrollarsele alrededor.

Tras esto el demonio volvía a llamar a la cadena, haciendola regresar con el muchacho, a quien ahora tenía frente a frente.- ¿ lo ves?...a esto me refería con que depende de tí lo que te pase. ¿ te gusta estar encadenado? - con una paciencia digna de ( ironicamente), un santo, agarró el encadenado cuerpo del chico, carcandolo en su hombro.- Verás...si fuesemos caminando tardaríamos horas en llegar...- echaba a andar subiendo una pequeña loma desde la que acto seguido saltaba, elevandose 10, 15, 20 metros o más, pasando por encima de todas aquellas casas, calles...todo era pequeño e insignificante...
Aterrizaban lentamente en un tejado y se repetía el salto, así unas cuantas veces más, ya podía distinguir el lugar que buscaba...

Se le escapó un jadeo cuando esa cadena se enroscó entorno a su cuerpo y tiró de él hacía la persona de la cual había optado por no dirigirle la palabra... Frunció los labios, más que molesto, indignado con el actuar de ése ente. Quedo nuevamente frente a él, pero no supo exactamente cómo reaccionar. A duras penas alzó la mirada para intentar ver los curiosos rasgos ajenos.

- Suéltame! – Cuando fue cargado sobre el hombro ajeno sintió cómo todos los colores subieron a su rostro, atenuándose en sus mejillas un ligero carmín que quedó allí marcado a fuego. No le importaron las alturas, siquiera podía distinguirlas cómo correspondía ante el abrazo de la noche en la ciudad, por lo que, no sabiendo lo que tenía debajo si el otro le soltaba le golpeó la espalda con ambas manos. La una con la cadena y la otra sin, removiendo su cuerpo entero y repitiendo la agresión contra esa zona. – Ya! Quiero irme a casa! -

Sus manos se movieron frenéticas, golpeando a puño cerrado la espalda de contextura ancha de quién... Poco a poco sus manos calmaron los golpes y su mirada llorosa se abrió con cierto deje sorprendido. No... Espera. ¿Desde cuando los humanos podían...?. Cómo ahora recién hubiera comprendido a que altura estaban se abrazó prácticamente a ése cuello cubierto de heridas cómo si la vida le dependiera de ello y cerró los parpados con tanta fuerza que las lágrimas allí acumuladas rodaron suavemente por sus níveas mejillas.

Y llegaron al lugar de destino... De dónde ya no estaba tan seguro de poder regresar.


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