Un océano de dudas {Libre}

Había llegado al puerto tras un larguisimo paseo nocturno desde su casa casi en las afueras de la ciudad, le gustaba ese lugar, le gustaba el mar...seguramente porque en su Rusia natal muy pocas veces tuvo la oportunidad de contemplar paisajes cómo ese.
Sus pasos sonaban pesados en aquel suelo de piedra, humedecido y lleno de costras de sal, el sonido del mar calmo, acariciando sutílmente los cascos de los barcos unido a la deliciosa brisa marina..todo aquello hacía que ese fuese un lugar perfecto para poner en orden sus pensamientos.

El peliplata caminó en silencio hasta uno de los embarcaderos más apartados, a esas horas, todos los marineros y pescadores ya habían regresado a casa, salvo aquellos que hacían el turno nocturno, pero nadie reparó en él y pudo sentarse tranquilo en aquellos tablones donde nadie iria a molestarle.
Las preguntas se amontonaban en su mente...demasiadas y ninguna tenía respuesta, todas las personas que podían responderle a sus dudas estaban muertas,No...debía buscarlas por su cuenta...
Estaba solo.

Rebuscó en su gabardina sacando un cigarrillo y prendiendolo, calando suavemente y reteniendo el humo con la mirada perdida en las oscurísimas aguas, expulsando el humo de manera igual de suave a continuación.
-¿... Por qué aquí?- preguntó al aire, preguntandose a sí mismo por qué había llegado hasta aquel país tan alejado del suyo, Vlad nunca creyó en las coincidencias y algo le decía que si estaba en ese lugar era por algo...tal vez ¿ el destino? No podía saberlo aún, aún no, de momento lo único que se le ocurría hacer era pensar, pensar con la mirada perdida en el océano.

Profanó algo similar a un gruñido cuando tras el escaparate de una tienda de electrodomésticos la voz angelical de una veinte añera de cara redondeada volviese a dar el parte para la noche por octava vez. Desde que la noche se dio a conocer se aseguró de instalarse en una de las más concurridas calles de su estimada ciudad en espera de que algún humana sucumbiese al deseo, no carnal, si no animal que sentía. Destrozar y lamer. Aniquilar para sobrevivir. Hecho cotidiano en la vida de un vampiro que él disfrutaba cómo si de algo morboso se tratase.

Se trataba de un día libre; No era que le hiciera especial ilusión prescindir un día entero de su amo, pero había momentos en los cuales el deber era mayor a la necesidad. Debía alimentarse de algún estupido humano para no verse en deseos de succionar la principesca sangre de su estimado; De su pequeño. Ése que se veía ataco por raíces más místicas de lo inimaginable.

Sin embargo y echando tierra sobre sus planes, esa noche parecía ser la más desierta que recordaba. El taconeo de alguna mujer pasar a toda prisa por calles cercanas, el latir acelerado de un gato, o incluso, el llanto de algún crío encerrado en su oscura habitación era cuanto podía llegar a escuchar, más, nada era lo suficientemente cerca cómo para blandirse en toda su forma sobre su victima. Nacido cómo humano pero criado a marchas forzadas cómo un vampiro más en su estirpe, su estomago era incapaz de soportar la comida humana, por ello era que se distinguía entre los de menor jerarquía; Por eso el ego de no ser tan distinto al resto se postulaba en él de manera firme e iracunda.

Una de la noche. Nueve grados.

Se separó del frío vidrio en el que había permanecido reclinado por tiempo indefinido mientras se pasaba una mano por la corbata que perecía ligada en su cuello, asegurándose que la misma estaba con un nudo perfecto y solemne. Pulcro y cuidadoso debía de verse para aquellos quienes pudiesen a llegar a ser sus victimas, razón por la cual sus vestimentas esa noche eran cómo las de cualquier otra. Fino traje de chaqueta negro condecorado con una camisa blanca.

¿Su capa de vampiro fantasmagórico?; Escondida. Pero cansado de escuchar a la dama tras de si recitar minuto tras minuto la hora, sus pasos se encararon al cercano puerto, quizá y con suerte lograría atrapar a alguna pareja. ¿A algún niño perdido?. Paladeó el sabor de la victoria con únicamente pensarlo.

La suela de su zapato resonó con ímpetu en el lugar cuando se vio en el puerto y el ver una cabellera blandirse en batalla contra el viento nocturno sonrió. Un humano ¡Y estaba allí mism...!. No. No era humano. Al inspirar de su aroma dio con cierto aroma a putrefacción. A muerte. A inmortalidad; A vampiro.

Sin apenas darse cuenta, el cigarrillo se había consumido entre sus enfundados dedos y había caido silencioso al suelo, para que despues, llevado por el viento, terminó por caer la colilla extinguida a las oscuras aguas...pero eso daba igual.
Al llegar allí había pensado que el vacío que sentía podría aliviarse tal vez con un paseo solitario aunque fuese por un momento, pero la ansiedad no desaparecía y el vacío seguía intacto, casi parecía que se burlaba de él mismo internamente.
Lo mejor sería regresar, el camino hasta la casa era largo y ya estaba bien entrada la noche.

Se puso en pié con la clara intención de regresar, sin embargo echar una última ojeada al océano era simplemente irresistible.- "Quién fuese espuma de mar..."- recordaba las palabras de su queridisima madre...NO, no más recuerdos...
Se había quedado de nuevo abstraido en sus pensamientos contradictorior que le reprochaban el no haber regresado aún , cuando lo sintió; a sus espaldas, no sabría decir a qué distancia exatamente, pero ahí había alguien más.

Se sintió terriblemente extraño, en toda la noche se había topado con bastante gente, pero ahora sentía algo "diferente", por dentro.
Volteó dudoso hasta que sus ojos dieron con lo que había causado su inquietud interna: Se trataba de un hombre totalmente "Normal" o al menos era eso lo que aparentaba a simple vista, de su edad o tal vez algún año mayor.
Si todo era tan normal, ¿ por qué esa sensación en lugar de aliviarse había aumentado?
No dijo nada, como si de pronto hubiese perdido todos sus modales para cuando uno estaba delante de un desconocido y sin saber por qué dio un paso atrás sin apartar la vista del que tenía delante, sin fijarse tampoco que estaba peligrosamente cerca del borde del embarcadero.

Aspiró con fuerza el aroma que el suave viento nocturno le traía; Miedo. Sonrió con cierto cinismo cuando ése olor fue corroborado por el gesto de estupor del de larga cabellera. Era cómo un ratoncito atrapado por el gato. Realmente, pocas posibilidades tenía para huir. Bien sería abducido por él... O por el mar. Pero el paso defensivo que dio su presa le alertó; Vamos. Nadie era tan tonto para tirarse al mar... ¿No?

Avanzó un único paso sin borrar la sonrisa de aspecto fúnebre que había portado desde su llegada al lugar; Estaba al límite. Tenía hambre y en vista de que ningún humano corría a esas horas por la calle, se adueñaría del cuello de uno de los de su raza. Seguramente ése habría comido no hacía demasiado, sus ropas le indicaban su estatus social, por lo que seguramente comida no le faltaría... Se relamió los labios sólo de pensar en cómo la sangre que no pertenecía a ése albino corría por su putrefacta piel para alimentar y abastecer ése cuerpo sin vida.

Le tendió la mano, cómo un psicólogo que intenta amainar el deseo del suicida. – Ten cuidado. – Alertó con voz sutil, melodiosa y engañosamente dulcificada. Sus luceros se fijaron en el oscuro oleaje y después en el otro vampiro, dándole a entender de que le alertaba. Caería. Y si caía, su cena se iría con el mar.

Y esperó. Esperó que su mano fuera tomada por la considerablemente más pequeña. Lo veía. Era sumamente... delicado. La luz de la luna le daba un aspecto aún más pálido de lo que realmente podía ser mientras que la oscuridad le envolvía dándole cierto toque místico. Sin lugar a dudas, hubo dado con un extraño espécimen. Uno igual a él, no obstante. – No voy a hacerte nada. – No por ahora fueron, claro, palabras que prefirió no emitir a viva voz. Era un protocolo sencillo; Ganarse la confianza para después atacar sin consideración.

Sí, sin lugar a dudas aquello se estaba tornando un tanto extraño, fuera quien fuere ese tipo por algún motivo se había quedado en lugar de seguir su camino.
Al verle extender una mano hacia él y tras escuchar sus palabras, parecía salir de su estupor, pudiendo al fín mirar a otro lado, concretamente al mar que ya no estaba tan calmo a sus espaldas y sin más en su mente empezaron a barajarse un sin fín de posibilidades.

Podía saltar al mar...sí, ¿por qué no?...pues porque el agua estaría a unos 3 grados o menos, suficiente para herirle aún estando enfundado en cuero...además era una caída de más de dos metros y no sabía ni la profundidad del agua ni si justo debajo aquello estaba lleno de rocas, No, demasiados riesgos...aunque también podria saltar entre los barcos hasta el siguiente embarcadero, de pocas cosas estaba tan seguro como de su agilidad para esas cosas....pero ¿ En qué demonios estaba pensando?
Estaba pensando un modo de ...¿huir?, ¿huir de qué?

Sacudió la cabeza contrariado y volvió a mirar al hombre que tenía delante, solo supo fruncir el ceño ante esas palabras que parecían querer calmarlo, ¿ le había visto cara de suicida?.
- No pensaba tirarme...- le dijo seco dando dos pasos al frente hasta quedar peligrosamente cerca del otro cuerpo, casi parecía que se le estuviese encarando.
Había algo raro en él , algo que le hacía sentir por dentro que no estaba ante una persona cualquiera. ¿ Serían ciertas las leyendas?, de cualquier modo, si estaba allí delante suya era por algo; cómo siempre solía pensar : "Las coincidencias no existen".
- ¿Quien eres?- le preguntó serio aún con la mirada clavada en las orbes contrarias.

Cuando por fin le vio volver en si esperó que esa mano se ciñese a la propia, empujarlo hacía si y terminar rápido con aquello, sin embargo... La atípica reacción del de porte noblesco le hizo pestañear reiteradas veces, ligeramente contrariado por la decisión tomada por el mismo. ¿Qué no pensaba tirarse?. Mejor para él! No desperdiciaría la comida que ahora por ahora escaseaba.

Cuando el otro se encaró a su persona sonrió con mayor afán de ése tono maquiavélico que si bien antes sólo era una fina cama, ahora se había tornado un gesto totalmente desagradable a la vista. Era una sonrisa, empero, la de un demonio. Sus ojos centellearon cuando, al repasar de manera meticulosa la fisonomía del ajeno, dio con el blanco y delicado cuello medio encubierto por el lacio y largo cabello del que era poseedor, una vista digna de dioses. Aspiró suavemente su aroma de manera más que discreta, no deseaba espantar a su agraciada y ya seleccionada victima.

- Soy el rey de las tinieblas. – Se carcajeó de su propio comentario de manera estridente; Sádica y única. Más, fue un efímero sonido que las olas amortiguaron con gracia. Ya no reía, si no que sus luceros le observaban cómo si fuera la mejor carne del mercado; Eso era. Un mero trozo de carne. – Tengo muchos nombres... Pero no creo que seas conocedor de ninguno. - Sabía que las leyendas estaban presentes en todas partes, que los humanos eran conscientes de lo que había en sus calles... Pero ninguno llegaría a imaginar lo que realmente habitaba sus calles.

Cómo si de un cuervo se tratase, caminó entorno al albino, rodeándolo con sus pasos; Esos que no emitían sonido alguno. Primero le bordeó por un lado y después abordó su espalda arrastrando lentamente los pies. Oh. Vaya. Era delicioso se mirase por dónde se mirase; Lástima que su corazón se hubiera apagado. Una verdadera lástima. De haber estado vivo... en fin. Podía haberle convertido en su esclavo sexual. Quizás incluso en su pequeño compañero de viaje. Aunque ahora se viera atado a Londres por su estimado amo.

Bien. Era un ente curioso, uno con el que jugar se tornaría una tarea sumamente... deliciosa, empero, sólo él podía terminar los juegos. Él y sólo él. No se despidió, siquiera apartó la mirada de aquella delgada y fina figura cuando la misma bordeó su cuerpo para intentar ir por dónde había venido. Se comportaba tan esquivo cómo un humano aún y cuando su aroma delataba eternidad. Si, definitivamente se comportaba símil a un humano en proceso de huída. Eso le hubiera producido incluso gracia si el hambre no estuviera apretando tanto.

Se movió entonces cómo un espectro, pues, sin hacer ruido se encaminó por dónde lo hacía el albino (Que, bajo la luz de aquella luna llena parecía ser más bien de tonalidades plateadas... Atrayentes hasta cierto punto) si bien sus pasos eran íntegramente silenciosos, no lo podía ser su lengua, por más que intentase, la necesidad de infundir temor era atrayente.

- No te he dado permiso para retirarte. – Su voz sonó algo parecido a un cantar de ultratumba, una melodía inhumana que impactó contra el oído de quién tenía delante. Pero no. No estaba tan pegado a él cómo para susurrarle al oído.
Era el aire que le ayudaba con su tarea enmendada, el llevar su aterciopelada voz de vampiro al otro. Cómo si de una red se tratase, cómo si fuera una sirena en busca del pequeño y desorientado marinero. En éste caso, el marinero (por desgracia) parecía estar lucido.

Negó suavemente con la cabeza y con tal gesto, su cabello se movió suavemente por su propia negación pegándose a los costado de sus mejillas, dispersándose con gracia por su blanquecina piel. El olor ha salado estaba comenzando a clavársele demasiado en las fosas nasales y le impedía el seguir olisqueando el dulcificado aroma de ése vampiro.

Enarcó una ceja ante una de las preguntas del chico que se le encaraba con valentía, ¿Qué era?. Pestañeó. Definitivamente se comportaba cómo un humano, uno de esos insoportables adolescentes. - ¿Qué soy? Lo mismo que tu. Ni violador, ni asesino. – Pero podía convertirse en una de las dos opciones si la situación lo apremiaba. Era un sádico en su técnica, un perfeccionista con su profesión; Si lo deseaba, de ése chico de faz hermosa no quedaría ni el brillo de osadía que brillaba bajo la luna.

- Yo también estoy hambriento... – Esa frase fue el detonante para sacar de su escondite los colmillos de los que era poseedor, unos incisivos de aspecto afilado y con ganas de hincarse en la piel que se le presentaba del otro. Su mente se tornó nublosa, ya no pensaba cómo era de esperar en un humano. si no que actuaba cómo era menester en un vampiro. Su cuerpo de apariencia marmórea impactó contra la del albino y lo lanzó contra el suelo, aprovechando a su vez el aturdimiento del ajeno para clavarse dentro de la piel contraria sin ningún tipo de preliminar; Sencillamente, sus dedos supieron clavarse contra la fina piel de su compañero, rasgándole la piel de la garganta con cierto afán desesperado. Pero... Nada. ¿No había sangre dentro de ése cuerpo?. ¿Siquiera la que utilizaba para subsistir?

Fue demasiado rápido para él, demasiado inesperado, si bien era cierto que le habia dicho que lo hiciese "ya" , no esperaba tal reacción.
Le tomo demasiado por sorpresa y para cuando quiso darse cuenta ya había impactado contra el suelo y se encontraba bajo el otro cuerpo...

Como si de un "flash Back" se tratase lo vio todo claro por una milésima de segundo, aquel tipo, lo que estaba haciendo...los recuerdos que tanto le había costado enterrar reaparecieron todos al unísono, haciendole sentir al albino algo muy parecido a lo que se siente cuando uno recibe una puñalada.
- NO!!- Sentía que volvía a pasar, se veía a sí mismo sobre el cadaver de su abuelo, con sus colmillos desgarrando su cuello, la sangre brotando sin control por todas partes...ese sabor...ese hambre que nunca desaparecía por más que comiera...
Sus sospechas parecían confirmarse ahora que trataban de hacer con él lo que él mismo hizo, en lo que se había esforzado por creer que fue un sueño, pero no, no lo aceptaría.

Sentía cómo su propia mente quedaba casi en blanco, el miedo ya no estaba y amenazaba con dejarse llevar.
En su interior se debatía entre lo que le impulsaba a alimentarse del que tenía encima antes de que fuera al contrario o resistirse a ello, resistirse cómo lo había hecho todo este tiempo.
Finalmente agarraba de muy malas maneras los hombros contrarios con una fuerza que no supo de donde salió y apovechando lo que parecía cierto desconcierto por la parte atacante pudo darle la vuelta a la situación, haciendo chocar el cuerpo ajeno contra el suelo y quedár él mismo sobre su atacante.- Yo No soy cómo tú!!- finalmente parcía que la razón vencía a los instintos y en lugar de atacar su cuello con sus incisivos, había colocado el filo de la hoja de espada sobre la piel contraria pero sin llegar a herirle aún.- Yo....- pareció calmarse de pronto, como si volviese en sí de golpe.- ...No,no soy...un mostruo...-

Lo miró confuso, y se miró a si mismo un segundo despues: tenía que escapar.
Se levantó rápidamente del otro cuerpo y echó a correr cuan animal desesperado que entra en pánico ante lo que desconoce.
Tenía miedo, pero de sí mismo, ya poco le importaba lo que pasara, solo quería alejarse de ese lugar y enterrar ese recuerdo junto a los otros "sueños" de su pasado.

Emitió algo símil a un gruñido cuando su cuerpo se vio azotado contra el suelo de manera inesperada, pues, por un momento llegó a distraerse al ver que de ése cuerpo inmortal no se deslizaba ni una sola gota de sangre. Ni una. ¿Era vampiro o no lo era?. Todo se estaba ligeramente extraño... Sin embargo todos sus sentidos volvieron en si cuando algo de aspecto afilado se hizo de amenaza en él. Poco faltó para atacar, para desgarrarle... Pero el cambio en la mirada del albino le hizo volver a quedar atrapado en una extraña magia que no comprendía. Era... ¿Era humano?. No entendía nada. Aún y así seguía teniendo hambre, y aunque fuera el sólo hecho de tener los colmillos enterrados en la piel contraria ya era más que un alivio para si mismo.

Empero, el de delgada figura escapaba, se marchaba en una carrera más bien torpe en un principio, pero firme después. No tardó en reaccionar y ponerse también en pie e ir tras él. ¿Cómo iba a dejar escapar a ése idiota?. No. Tenía que saber por que mierda ése cuerpo de vampiro no estaba repleto del único líquido que precisaban para subsistir.

No le hizo falta correr demasiado para volver a ponerse tras esa figura de aspecto frágil y asiarle por una muñeca para que éste detuviera su propio correr, no fue delicado, siquiera se preocupó en saber si le había quebrado o no el brazo antes de empujarle de vuelta hacía si. Haciendo que el cuerpo del pelilargo impactase de manera abrupta contra su propio torso. Sus dedos se afianzaron a lo sujetado, apretando a tal punto los dedos en la piel del otro que la forma de sus dígitos comenzó por quedar adherida a esa piel de apariencia delicada, más no le importó. Le obligó a quedar contra él, de espaldas, y controlando en todo momento lo que ése chico pudiera hacer con su mano, pues ahora sabía que escondía una graciosa arma bajo las ropas. - ¿Monstruo? ¿Qué te crees que dices? – Y otro apretón a su muñeca, éste increíblemente más severo que el anterior.

Se mantuvo firme en lo que duró el forcejeo de su compañero, lo asió con tal fuerza que él mismo pensó que poco faltaría para quebrarle el hueso que sujetaba, no obstante y antes de hacer algo de lo que pudiera arrepentirse, el arrebato por parte del albino se calmó. Se estuvo unos segundos allí clavado, sosteniendo ése cuerpo que parecía debatirse en su mismo. Hasta que finalmente escuchó la rendición hablada del menor, frunció los labios, pues realmente, hubiera deseado tener pelea con éste, ver quién podía ser mejor en el uso de la espada, de los modos; De la fuerza. Pero parecía ser que el otro estaba demasiado ... ¿Cansado de la vida? ¿De su insistencia? ¿Del destino?.

Soltó lentamente esas níveas (aunque ahora estaban ligeramente amoratadas) muñecas y aún estando prácticamente abordando su espalda, su mano deambuló por su figura hasta que le sostuvo por el mentón y le tomó del mismo con firmeza, haciéndole girar el rostro a su dirección. Olvidándose del cabello que desordenado caía en cascada por sus ojos, centrándose en la forma de sus labios. Esos dónde debían haber colmillos. Dónde estaba fervientemente convencido que había deseo de sangre.

Su mano se paseó con total libertad por la forma del cuello contrario y delineo incluso su nuez, subiendo así hasta que alcanzó los antes observados, acariciándolos con un solo digito mientras que en su semblante se comenzaba a trazar una muy maquiavélica sonrisa, tan fría e impersonal que hubiera podido paralizar de pavor a cualquier humano. - ¿No tienes sed, angelito? – Su dedo hizo presión sobre el labio inferior del peliplateado y logró introducir el mismo dentro de la humedad de esa cavidad. Tanteó con sigilo y fue en busca de la forma de sus colmillos, tocándolos con la yema de un dígito.

Disfrutó con la visualización de aquel gesto ruborizado y reprimido en cierto modo; Adorable. Retorcidamente adorable. Ideas comenzaron a pasarse a la velocidad del rayo en su mente, sin embargo cuando su mano fue apartada con esa poca suavidad su ceño se frunció casi con la misma magnitud en la que lo hizo el otro. ¿Qué se creía?. Apartó la mano para que los dígitos contrarios dejasen de entrar en contacto con el adyacente con cierta mueca asqueada. No gustaba que le tocasen en demasía y sin motivos realmente de valía.

- No, no lo estoy. No has respondido. – Su mirada vagó por el contorno del cuerpo contrario cómo si buscase algún resquicio de lo que realmente gustaba saber de manera corpórea. Después de todo quién no se alimentaba cómo era debido, solía ser débil, quebradizo. Las ganas de probar si él lo era se hicieron latentes, sin embargo, siquiera se movió de su posición.

- ¿Qué?. – Enarcó una ceja, relajando su expresión anterior y una sonrisa que dejó mostrar sus perfectos y afilados colmillos destelló en medio de la noche. Se volvió a mover con esa velocidad propia de los que eran de los de su especie y atajó el cuerpo del joven por la cintura, alzándolo incluso del suelo (para su suerte, era sumamente liviano) para llevárselo de ése modo en dirección a la pequeña ciudad aposentada no muy lejos del puerto. – Voy a invitarte a cenar. -

- ...Tsk...-chasqueaba la lengua aguantandole la mirada aún viendo la expresión asqueada del otro.- Yo pregunté primero...-aún con un hilo de voz su orgullo seguía ahí inquebrantable, al contrario de su cuerpo el cual se vio suspendido en el aire antes de que pudisese siquiera darse cuenta del movimiento del otro, pero claro estaba que no tenía porqué responder a nada sin recibir respuestas primero.

-Oeh!- Se revolvía en vano con las fuerzas que le quedaban, - Sueltame!!- con movimientos desesperados, trataba de alcanzarle con la punta filosa de su izquierda pero sin resultado también, en esa postura le era casi imposible dar con él desde ese angulo.

Finalmente sucumbía de nuevo al agotamiento. ¡ Que impotente se sentía !, de llegar a vivir lo suficiente como para escribir sus memorias, estaba seguro de que se saltaría este vergonzoso y humillante capítulo de su vida.-...Проклятый лунатик...*- Farfullaba resignado por lo bajo en un perfecto ruso de acento marcadísimo.
Miraba a los lados entre los mechones de su propio cabello que parecían haber formado una plateada cortina ante sus ojos, aunque no era muy conocido en Londres aún , esperaba que no le viese nadie en esa situación en la que se veía poco más que patético, siendo llevado por otro como si de un fardo de paja se tratase.

*...Maldito lunático...

Y estaban en las mismas que antes; Aunque el otro patalease de ése modo infantil u se enfadase con él, no iba a soltarle. Tenía un retorcido plan que llevar a la práctica (que, más que por ayudar lo hacía por traumatizar más de lo que le parecía que ése chico ya estaba). Pese a llevar consigo una carga extra su cuerpo se movía con total naturalidad y sin mayor pesadumbre. No era un saco de paja... Pero en cuanto a peso quizás si estaban a la par.

- No sé que has dicho, pero no me ha gustado el tono. – Miró de reojo hacía ese cuerpo que básicamente colgaba de uno de sus laterales. Aunque poco más de su cabello moverse de un lado a otro pudo vislumbrar, así que visto que de esa posición no conseguiría ver los ojos albinos ajenos, se decantó por volver la mirada al oscuro caminito que dirigía directo al pueblo cercano. – A la próxima te cortaré la lengua. - Pues... Métodos para hacerlo tenía. Y sabía por experiencia en otro tipo de disputas que sería bien capaz de hacer lo dicho; Muy capaz.

Y antes de llegar siquiera a los terrenos en el que los humanos se hubieron aposentado con esas maltrechas casas, dio con lo realmente esperado; Un hombre de mediana edad dando tumbos, camino a su hogar. Una macabra sonrisa se apoderó de su antes calma expresión y aceleró el paso, volviendo a asegurar al peso muerto que cargaba para no darle oportunidad a escapar y darle a entender que clase de cena le esperaba; Pues la euforia fue tal que sus muertos latidos aumentaron, que un serial de jadeos se hicieron notables conforme corría hacía ése humano. Ése pobre humano.

¿Era lo que realmente esperaba...? ¿Qué se escapase de su agarre? Por que, cuando dejó de notar el peso del otro no pudo más que mostrar cierto gesto de satisfacción interna. El otro parecía no estar demasiado enterado del cómo realizarse con su condición vampirica sin embargo, cuando lo deseaba parecía realmente mostrar afinidad con sus poderes; Eso era algo loable. Más, ello no le ayudaría a escapar.

El empujón ciertamente le desconcertó, tubo que dar un par de pasos hacía atrás para lograr que su figura se estabilizase, más, al hacerlo, sus luceros dieron de lleno con aquel que se interponía entre la cena y su persona; Dios. ¿Es que incluso debería ayudarle a subsistir?. En cierto modo... Era algo que le agradaba en demasía; Someterle a él. Hacerle entender. Obligarle a.

- ¿No lo escuchas? – Guardó silencio, llevándose un dedo a los labios, como si pidiera silencio a la oscuridad que les envolvía, dejando que cuanto les rodeaba hablase por cuenta propia. Un latido, el latido del corazón del vivo se escuchó en aquel silencioso rumor. - ¿Escuchas cómo bombea su sangre? – Conforme hablaba, se fue aproximando al peliplatino y justo cuando se postro frente a él, bordeó el fino rostro de éste con un solo dedo, levantándolo después para que ambas miradas se cruzasen de manera intensa.

- Si no lo haces tu ... Lo haré yo. Y su muerte será horrible. - Oh~... Tentarle. Que delicia. Años hacía que no disfrutaba de algo símil a la situación vivida.

Amaba esa debilidad. Amaba el que se rindiese con tanta facilidad. Se limitó a sonreír cuando habló en referencia a las opciones de aquel pobre humano que ahora intentaba ponerse en pie sin volver a terminar contra el suelo. ¿Esos eran los humanos gráciles, delicados y finos?. Era una imagen aberrante e indigna. De todos modos el hambre le carcomía las entrañas, razón por la cual poco le importó que esa sangre estuviera contaminada por el sabor del sake.

Tan buen punto el albino cayó de rodillas él bordeó con pasos ligeros el cuerpo de aquel que se encontraba sumergido en su propio mar de confusiones y caminó derecho al humano. Poco le importaba el estado atormentado del peliplata; Realmente poco. De todos modos ya tenía el modo en el que le haría sucumbir al deseo y para ello, usaría de conejo de indias a quién rodeaba ahora con los brazos por la espalda. El humano en cuestión soltó un agónico grito cuando el vampiro le mostró en toda su índole los colmillos con los que su garganta sería rasgada y por más que luchó... Nada tenía que hacer. Cómo bien hubo dicho Vlad, para ése humano ya no correría más el reloj, para éste, todo terminaba esa noche.
~

Se relamió los ensangrentados labios con lascivia, pese a que había tomado de esa sangre hasta quedarse minimamente satisfecho, el humano aún se empeñaba por luchar. Movía las piernas suavemente u en su defecto, gemía incoherencias; Era asqueroso. Con éste agarrado por el pescuezo lo llevó hasta dónde el albino seguía arrodillado y soltó al humano que emitió un cansado gemido doloroso. Tenía la garganta prácticamente abierta en dos y un sendero de sangre surcando toda piel de su torso y labios... el olor al líquido vital era fuerte y estaba casi convencido de que el otro vampiro no podría resistirse. Pero quizás si le ayudase a dar muerte a quién, con la garganta y cuerdas vocales destrozadas intentaba seguir subsistiendo.

Vio con los ojos hambrientos el modo en el que el peliplata se inclinaba hacía ése cuerpo y enterraba sin contemplaciones los colmillos en el cuerpo del moribundo. Desde su posición juró incluso el escuchar el modo en el que la sangre ajena circulaba por la cavidad bucal del agresor. Se agazapó con sigilo hasta que sus rodillas dieron contra el suelo y siguió viéndoles; A ellos. A la escena. Oh. Esa piel se veía ahora cómo un bollito de carne, esos que a su amo tanto gustaban. Era un rosa pálido y de apariencia delicada. Precioso en gran medida. Empero, lo macabro de la situación le hacía ver las cosas desde una retorcida perspectiva.

Por un momento pensó en ése vampiro cómo si de su amo fuera; Era... Era un ente repleto de dudas y temores. Unos que se encargaría de achacar, u agrandar. Aplaudió. Sí. Bajo el manto de la noche sus dedos golpearon contra su tendida palma en un aplauso de índole funesta; Era una especie de bienvenida al mundo que pertenecía. Estaba claro lo que sucedía con el chico. Rehuía. Había rehuido de su verdadera esencia durante... ¿Cuántos años tendría?

Lentamente volvió a erguir su cuerpo y una vez quedó íntegramente alzado, caminó lentamente hacía el muerto y quién estaba teñido en el color del crimen con soberana lentitud puesto que ahora que estaba repleto en sangre, seguramente el otro tendría la entereza, fuerza y habilidad necesaria para escapar; Aunque, claro, él contaba con años de experiencia para situaciones de riesgo. No era pelea lo que buscaba ahora de todos modos.

- Está bien. – Su mano, igualmente ensangrentada (Pues, fue con la que desgarró el cuello de quién fue la cena de ambos) se postró sobre uno de los hombros de quién creía menor a si mismo y le acarició con suavidad el mismo cómo si tratase de calmar esa alma atormentada.

No era su culpa actuar así. Realmente le recordaba demasiado a su amo.