Delicious Lust [...-Libre-...]

Cuerpo de niño. No, claro que no... ¿O sí?. No importaba. Ahora mismo estaba demasiado enfrascado en las sensaciones que ése cuerpo estaba dedicándole. Pudiera ser que en un principio el frío hubiera hecho mella en su cuerpo, pero, ciertamente, la temperatura subió no sólo en sus ahora pintadas mejillas, si no también en el interior de su cuerpo; Calor. Ansiedad. Algo contradictorio que justo ahora que se había visto desprovisto de camisa tuviera más calor que anteriormente. Era la magia de la lujuria.

Se movió de manera automática, cómo si su cuerpo supiera exactamente lo que hacer la hora de compartir movimientos con quién se tornaría su amante esa noche. Sí. Entregaría su cuerpo a un chico que no volvería a ver... Y le daba igual, quería hacerlo... al menos, eso era lo que su cuerpo necesitaba. Sus nalgas de contorno redondeado acariciaron el bulto que pretendía moverse en un primer vaivén bajo él y por otro lado, aquella primera dureza suya impactó contra el vientre descubierto de Nicolas; Acto en el cual, soltó un severo y agonizante gemido.

Dudó cuando el beso se presentó. La lengua ajena despertó en él un pequeño cosquilleó sobre su labio inferior y aunque aquellos gestos parecían por demás expertos, no se quedó atrás, obvio estaba que no se dejaría vencer. Sus labios se abrieron un poco más, permitiéndole a esa lengua la cabida exacta dentro de su comisura, de hecho, intentó tentar a ése músculo húmedo poniendo cómo cebo a la propia, incitándole a seguir sus movimientos para que terminase cobijado en el manto de su cavidad, no obstante, esperó a que esas uñas terminasen de inspeccionar su piel hasta que ... Pasó. – D-d-... duele! – Su espalda se arqueó hacía delante cómo si se tratase de un gato, intentaba, por todos los medios, escapar de esa mano cuyas uñas se habían enterrado en su piel dejándole las marcas de la pasión.

Sus dedos se crisparon nuevamente sobre la blanca piel de joven que tenía debajo, abriendo nuevas heridas sangrantes causadas por la desesperación y le besó más brusco, cómo si intentase remediar su propio dolor mediante aquello. No era que estuviera obedeciendo a esa orden, en absoluto. Su mano libre se alzó de su perdida posición para seguidamente, enredar sus dedos centrales entre la grisácea mata de pelo que tenía a su entera disposición y jaló de éste para que el otro echase la cabeza hacía atrás, de ése modo, podía tener un poder total con esos labios; Los tenía a su disposición.

Estaba sorprendido que Arthur hubiera actuado de esa manera tan brusca e inesperada ¿tanto daño le había echo? para la mala suerte del muchacho a Nicolas le encantaba hacer sufrir a sus victimas y por mucho que les prometiera que pararía si les hacía daño nunca paraba...aunque solía hacer más placentera la experiencia con otros métodos o distracciones. Sus gemidos fueron ahogados por ese apasionado beso que le propinó el otro, su lengua ansiosa por volver a encontrarse con la de su acompañante inspeccionó toda la cavidad del menor con ansia y ''hambre'' aunque claramente Arthur estaba teniendo el control en esa situación...a eso Nicolas no le gustaba nada aunque por lo contrario...le excitaba; los pantalones ya empezaban a molestarle.

Una de sus manos bajó hasta el bulto que hace unos instantes había aparecido en el rubio y empezó a manosearlo, intentando así que olvidara el maltrato que sufría el noble en su espalda. No se dejaría domar por alguien más pequeño que el aunque fuera un joven mimado, consentido y cabezota (o por lo menos eso parecía)

Sus orbes se mantneían entrecerradas sin dejar de mirar al otro con cierta dificultad, aquella postura le incomodaba aunque podía soportarlo durante un rato.La mano que arañaba su espalda le clavó las uñas con mayor profundidad para que el chico le soltará y le dejara hacer a su aire, no le gustaba estar tan limitado nada más empezaban las preeliminares, más le valía hacerle caso si no quería ver al prostituto enfadado de verdad.

Cuando la mano ajena se postró en el evidente rastro de excitación que su cuerpo había dejado allí cómo una por ahora, pequeña erección, soltó un débil gemido agónico, incapaz siquiera de procesar el cosquilleo que por su cuerpo se postulaba. No era que los arañazos impartidos sobre su piel desnuda, de hecho, era algo que hubiera preferido evitar, sin embargo, intentó no quejarse de los gestos de esas uñas y de la presión impartida por las mismas.

Sus dedos perdieron la fuerza y soltaron con taimada lentitud las hebras que había estado sujetando del peligris para apoyar de manera más bien dócil sus desnudos dedos contra la espalda en las mismas circunstancias y se aferró a ésta; Más, no le volvió a arañar la piel, si no que creó una especie de abrazo en el se presionó con maestría con ése cuerpo que tenía debajo, temblando levemente. Ése último arañazo había dolido de verdad y aunque una de sus manos prosiguió sobre su torso, no hizo amago de desear volver a herir esa dermis de aspecto delicado. Acarició el cuello del prostituto con una mejilla tras romper el beso del que se había visto envuelto momentos antes, cómo si le pidiese el perdón oportuno por los gestos, unos que ni él mismo comprendía: Se movía por el deseo, las ganas.

Abrió los labios mientras seguía sintiendo la tortuosa caricia del otro y aunque intentó emitir un sonido quedo, nada salió de sus labios excepto suaves jadeos que confirmaban su respiración tornada pesada. Sus ojos entrecerrados por la mezcla de sensaciones se fijó en se clavó en el movimiento de la pequeña llama que la vela seguía emitiendo, se consumiría, poco a poco. Cómo lo haría él.

El estruendo de la tormenta que tenían encima le provocó el, quizá por miedo, apegarse aún más a él y con sumo cuidado sus labios se pegaron al cuello del otro, lamiendo con cierto carácter inexperto esa suave piel. Comportándose cómo los animales que tanto odiaba; Los gatos.

El peliblanco sonreía al ver como el otro le hacía caso...el chico no era tonto y sabía parar cuando se lo ''ordenaban''.-Buen chico...- la mano que proporcionaba caricias en la espalda del muchacho le revolvió el pelo con cierta ternura y calidez que no solía mostrar con sus clientes.-Mejor así..¿no?- se relamió los labios con un deje de perversión y su mano zurda (la que jugaba por encima de la tela) decidió investigar más allá de las texturas y ya llegar a la intimidad del noble, le manoseaba con descaro y como si estuviera jugando con él...se dedicaba a rozar el sexo del chico con dos de sus dedos.

La cálida lengua de Arthur le producía un exquisito cosquilleo que hacía que toda su piel se erizara de excitación, oh...tenía unas ganas inaguantables de poseer ese cuerpo que ahora se encontraba sobre él. La diestra volvía a recorrer la espalda, acariciando sobre las heridas que él mismo había provocado. No, no se arrepentía de sus acciones...más bien se sentía orgulloso por haberle marcado de esa manera que seguro que duraría unos cuantos días hasta que acabasen de cicatrizar, el muchacho tendría que vigilar que nadie le viese la espalda durante unos días si no quería dar explicaciones incomodas.

Ya, no podía aguantar más, la hombría del prostituto pedía atención... separó al rubio de él unos centímetros y junto sus labios con una ardiente lujuria que casi podía hacer desaparecer todo el frío que había en el antro, le mordisqueaba los labios, se los lamía, le mordía la lengua, todo lo que estuviera a su alcanze. Volvió a separarse de él y tras dedicarle una sonrisa lo tomó en brazos y lo dejó de rodillas en el suelo frente a él.-Arráncame los pantalones y...juega un poco con...esto.- tomó una de las manos del chico y la posó sobre su propia entrepierna.

Quiso asentir, hacer algún gesto que diera a entender que si, que se sentía mejor ahora que no arañaba con tal descaro su piel. Sin embargo, podía intuir por el escozor que sentía en la zona que la marca de la pasión perduraría mas de lo realmente deseado. Pues, cabía recordar que... De su baño se encargaba su mayordomo. Seguramente intuiría de que se trataban. Abrió drásticamente los labios cuando notó cómo esa ávida y audaz mano se colaba entre sus ropas para palpar su desnuda hombría, esa que tembló bajo el calor de la mano de aquella palma. ¿Quedaría mal si... se venía ahora?. Tarde para pensar en ello.

Sus labios fueron cautivos por los del mayor y correspondió a éste cómo pudo, pues en un principio se sintió desorientado al verse arrancado de la suavidad y candor de su cuello, no obstante, aceptó de buen grado la saliva, gestos y lujuria que estos emitían. Era... Sumamente excitante. Un gemido de carácter lastimero surgió en él cuando ahora, incluso también era separado de sus labios y por más que intentó volver a alcanzarlos, sintió el frío de aquel húmedo suelo bajo la tela que cubría sus rodillas. - ¿Eh...? – Le costó un par de minutos el sospesar en lo dicho por el prostituto, pero el rubor subió por sus mejillas cuando su mano quedó allí; En su zona baja.

- ¡N-no! – Retiró la mano mientras que se intentaba poner en pie, pero tal fue su torpeza (provocada tanto por la erección entre sus piernas cómo los nervios), que volvió a darse contra el suelo, golpeándose con cierta brusquedad uno de sus muslos, para ser exactos, el derecho. – Yo no... – No soy gay. No quiero. ¿Qué era lo que podía decir?. No tenía experiencia y encontrarse un falo delante del rostro en su primera vez no era su perspectiva de romanticismo. Volvió a intentar ponerse en pie ... Y nada. Allí quedó, a un par de centímetros de la separación de las piernas del albino, viéndole con plausible duda. Duda que se tornaba temor.

Nicolas se quedó perplejo por la reacción del menor ¿tenía miedo? ¿A caso no había dicho que no era su primera vez? entonces ¿porque ese comportamiento tan asustadizo e inexperto? Suspiró con una extraña paciencia y se inclinó sobre él con cuidado, obligandole a apoyar su espalda contra el frío suelo.-Da igual, soy yo el te debe hacer disfrutar yo a ti.- le dio un suave y corto beso sin profundizar mucho y a partir de su mentón fue acariciando toda la suave piel del ojiverde con calma, sacando de vez en cuando la lengua o dedicándole pequeños mordisquitos que le dejaban marcas rojas por todo su torso y que estos tardarían un poco menos en desaparecer. Su mano izquierda jugueteaba con los botoncitos rosas endurecidos del chico y con la mano libre bajándole los pantalones con un movimiento brusco, dejaba ver el pene de Arthur endurecido y excitado.

-Mira...así se hace.- dedicándole una última sonrisa y mirada empezó a lamer el glande y a mordisquearlo sin hacer mucha fuerza para no dañarlo, con su incompleta mano diestra iba masturbandolo con una lentitud torturante para el menor.

La mano izquierda que antes se ocupaba de las tetillas del ojiverde pasaron a acariciarle el vientre con suavidad mientras seguía ocupándose del falo del noble, ahora lo lamía con frenesí y ansias, la masturbación también se había tornado más rápida y apasionada.

Cada minuto que pasaba los truenos que rugían en el exterior y se escuchaban desde dentro empezaron a a rugir con muchísima más fuerza...la lluvia no tenía pinta de cesar en unas horas...parecía que iba a durar hasta días enteros sin poder salir de casa. A Nicolas no le gustaban esos días, le recordaban demasiado a la época que estuvo encerrado en ese sitio tan escalofríante, las tormentas eran oscuras y horribles...en fin, el prostituto prefería mil veces antes un día soleado o una noche despejada a eso.

Sus acciones, evidentemente, le hicieron quedar contra el suelo, pero no contento con ello se removió hasta que esos labios finos y fríos se apoderaron de los suyos en un beso que no llegó a rozar la lujuria. Se quedó en eso; Un beso. En ningún momento quiso dar a entender que prefería sus atenciones dado el rango social que impartía. ¡En absoluto!. Pero aunque quería profanar una maldita disculpa mediante la dialéctica, su voz se vio sellada de manera injusta ante la escalofriante sensación de notar sus posaderas contra el frío suelo sin ningún tipo de prenda de por medio. Hubiese discrepado con las maneras de arrebtarle del mismo u incluso de haberle dejado contra el suelo, pero puestos a elegir... Mejor el suelo a las sucias sabanas que seguramente varios habían compartido sin las correspondientes medidas de higiene.

- n... Ah... – La fina curva de su cintura se alzó del suelo un par de centímetros cuando la primera lamida se hizo presente en su erección. Esa zona ligeramente más sonrosada que el resto de su excitación. Esa que hasta ahora ni él mismo había tocado. Estaba sufriendo una serie de incontrolables escalofríos. Se venía. Lo notaba. Era la primera vez y ante tales movimientos de carácter experto no podía enfrentarse. La masturbación seguida a ése coro de lamidas no fue más que un llamamiento a la elocuencia. Aire. ¿¡Dónde estaba el aire!?. Sus manos se movieron del suelo y se deslizaron hacía la cabeza de quién estaba entre sus separadas piernas. Ciertamente, una la tenía totalmente ladeada contra el suelo y la otra, separando ambos muslos, flectada.

Para ser sinceros, hubiera deseado más atención a sus botones, aunque el nuevo recorrido de la mano del prostituto le obligaron a contraer el vientre y moverse muy suavemente contra aquella boca, no quería llegar al extremo de embestir por temor a llevarse nuevas marcas, pero la ansiedad estaba...

- A-ah! – Alzó de improvisto la cadera, justo cuando una cegadora luz blandió en la habitación iluminándola por completo y cuando esa luz se apagó y estalló el rugido del trueno... Él se vació en la boca del mayor tras un agónico grito. Quizás y con suerte la gente de fuera pensaría que era de dolor y no del mas puro placer...

Fue precoz, algo que obviamente él no sabía, pero era la primera vez que algo se rozaba de ése modo contra él y esas expertas manos supieron abrirle las puertas del cielo con apenas un par de lamidas y unas repetidas masturbaciones. Turbado y desorientado abrió sus ojos y las fijó en el techo, sintiéndose mareado, pues aunque intentaba recuperar el aire, sentía una pesadez en su interior. Cómo si precisase aún de algo más. Con temor a dañarle (y que el otro se enfadase) soltó suavemente esos cortos cabellos y le acarició el cuero cabelludo con suavidad. – Más... – No supo bien a que se refería; Sencillamente, eso. Quería más.

Ni necesitaba mantener los ojos abiertos para ver la expresión de Arthur, se la imaginaba...la boca entre abierta y toda la cara sonrosada por las caricias del peliblanco . Ahora había introducido gran parte del miembro viril del muchacho en su boca y succionaba con avidez esperando la esencia del ojiverde, lo notaba, notaba desde hace poco que el otro estaba a punto de eyacular por sus movimientos y gemidos.

La mano que antes le masturbaba fue a juguetear con los testículos del ojiverde, los masajeaba y estrujaba con suavidad para provocar más placer en ese cuerpo de adolescente aun más niño que adulto. Y no se hico esperar más...Arthur se derramó en su boca y Nicolas tragó lo que pudo gustoso por recibir el caramelo en su cavidad. Se incorporó hasta quedar de rodillas en frente del rubio, en su mirada se reflejaba un brillo de perversión y lujuria al escuchar al menor pedir más...al parecer no estaba del todo satisfecho y Nicolas tenía el deber de satisfacerlo esa noche hasta que casi ni pudiera caminar, quería dejarle 'contento'.-Eres hermoso...- se relamió algunas gotitas de semen que resbalaban de sus comisuras. Delante suyo tenía una vista divina...el cuerpo tembloroso por el orgasmo que acababa de tener de Arthur.

Nicolas se sentó apoyando su espalda contra la cama y con cuidado tomó el cuerpo del ojiverde y se lo sentó encima teniéndolo de frente, como antes.-Ahora llega lo bueno.- sonrío y beso al noble con su habitual fogosidad y pasión casi devorando su boca. Se separó unos centímetros y sin dar motivo alguno introdujo tres dedos en la boca del chico con cuidado de no tocarle la garganta para no hacerle vomitar, los movía con rapidez dentro de la cavidad mojandolos bien de saliva y cuando decidió que ya estaban suficientemente lubricados inclinó un poco al rubio para poder tener acceso a su entrada e introdujo un dedo sin contemplaciones, empezó a moverlo despacio y con suavidad para intentar que el otro no sufriera tanto. Después metió el segundo dedo moviendolo igual que el primero...y por último metió el tercero, ahora empezó a meterlos y sacarlos del orificio del chico con cuidado.

Se sorprendió gratamente cuando no escuchó una queja por parte del albino, si no un halago referente a su cuerpo. Tenía la respiración demasiado agitada cómo para plantearse siquiera el sonreír. Mantenía las comisuras abiertas y respiraba por estas de manera agitada, aire. Necesitaba del aire que no encontraba en su interior. Sus pómulos estaban remarcados por un color carmín profundo mientras que su torso subía y bajaba al tiempo de sus jadeos. Las piernas las sentía débiles, temblorosas incluso. Un extraño placer le recorría de manera integra la espalda y moría en su trasero, lugar dónde sufría también un serial de temblores impropios.

Se quejó suavemente cuando el otro le tomó en brazos, pues aún no se había siquiera recuperado de aquella letal falta de aliento; Siquiera de los temblores del orgasmo recién sentido. - ¿a-ah...? – Esa sonrisa le descompuso, haciéndole sentir dichoso; Quizás y después de todo, eso era lo que faltaba para llenar el hueco de su interior. Trató no obstante de corresponder al beso de su amante y entre tanto se abrazó al cuello de quién tenía debajo de manera ciertamente posesiva. Más, cuando ambos alientos chocaron al separarse los labios, notó la rápida invasión de los dedos; Los mismos que chupó, lamió y bordeó de manera que su saliva quedase adherida a estos. Sabía lo que venía.

El primer dedo le arrancó un profundo quejido, e incluso, movió su cuerpo hacía arriba con tal de escapar de ése que hurgaba en su interior. – E-esp... – No le dio tiempo, un segundo se unió a la caricia, esta vez, haciéndole soltar un pequeño gritito; Dolía. Dolía pero... Estaba ya endurecido. Pese a que había vivido el orgasmo no mucho antes, ahora volvía a mostrar una erección completa acompañada de los temblores propios al dolor... Y el tercero. Con estos tres indagando en su interior no le quedó otra que intentar pegarse al cuello contrario para no gritar. Prensó los labios en la zona y gimoteó suavemente, moviéndose al compás de aquellos que se hacían con su interior; Con su virginidad.

Mordisqueó levemente el cuello de su compañero, no con afán de dañarle, si no de calmar su propia incomodidad. Ciertamente, ya no dolía, pero se sentía sumamente raro el tener allí tres dedos. - E-es.. raro... - Habló obviamente sin apartarse de ése cuello, pellizcandolo suavemente con los dientes.

Sus orbes se desviaron hacía lo que otra vez había despertado, extrañamente se había excitado rápido a pesar de que estaba cansado por el anterior orgasmo...bueno, eso era una prueba de que estaba disfrutando con lo que el albino le hacía y eso le gustaba al prostituto.

Los tratos del noble eran bienvenidos gratamente en su cuerpo y lo demostraba con suaves gemidos casi inaudibles. Su corazón bombardeaba con rapidez sangre ardiendo por la excitación que se iba expandiendo en cada rincón de su joven cuerpo e iba haciendo que sus arduos deseos por penetrarle y arrancarle más que jadeos de sus dulces labios.-¿Raro? ¿es la primera vez que te hacen esto?- arqueó una ceja mientras sus ojos le miraban acusándole...aunque quizás su primera vez la había tenido con una mujer, quien sabe...no era su trabajo meterse en la vida de los demás, no le pagaban por eso.

Sus dedos se movían como tijeras, abriéndose y cerrándose acompañando ese movimiento con círculos intentando hacer más grande su estrecha entrada. Ya faltaba poco para el momento más ansiado y podría finalmente saciarse.-Ahora con cuidado...- murmuraba para si mismo mientras sacaba los dedos del ano del ojiverde para bajarse los cortos pantalones así dejando libre su propio pene exageradamente excitado y lubricado de pre-semen, con cuidado empezó a sentar al rubio sobre él intentando no hacerle mucho daño...costaba entrar en ese sitio tan pequeño y hacer que sus paredes internas se acostumbraran a la invasión.-Pronto desaparecerá el dolor.- le calmaba una vez que había introducido todo en el interior de Arthur.

Con ambas manos le tomó de los muslos para separarle bien las piernas y poder levantarle para penetrarle con comodidad. Tan cálidas eran sus paredes, tan estrechas como un virgen, pocas veces había tenido la ocasión de desvirgar a algún joven...aun no tenía muy claro si Arthur era virgen de ''atrás'' pero sospechaba que sí.

Estaba demasiado centrado en la extraña sensación provocada por esos dedos cómo para intentar disfrazar u evadir la verdad, por lo que a la pregunta en referencia a si era la primera vez que esos actos se realizaban se limitó a asentir, pereciendo con los ojos totalmente ocultos tras la fina capa de sus parpados. De manera nerviosa y claramente inexperta sus dedos vagaron por el albino cabello de su compañero y enterró la largura de sus dígitos entre estos, acariciándole directamente el cuero cabelludo.

- A-ah... – Las caricias internas otorgadas por esos dedos estaban haciéndole estremecer de grata manera. El dolor seguía allí, pero tampoco importaba cuando el placer se arremolinaba en su ser en dependencia a según que gestos y por dónde esos dedos hacían presión. La falta de esos dedos le hizo gruñir y sus dientes volvieron a perfilar esa nívea piel, aunque todo gesto que hubiera podido llegar a ser mimoso se rompió cuando el otro, sin más, comenzó a sentarle sobre aquello que él no había visto desnudo en todo su esplendor. Meramente notó una punzante sensación allí dónde el confort de sus dedos antes le habían entregado la calma que ahora de manera malévola le estaban arrancado.

- ¡Q-quitalo...! – Chilló con fuerza, se quejó y gimió mientras esa envergadura se hacía espacio entre su piel íntegramente virgen. Lo notaba. Podía notar cómo esa dureza palpitante y húmeda se adentraba en su recto sin compasión, resquebrajando aquel conducto que de tan estrecho parecía estrangular a su buen allegado compañero. Sus brazos no obstante temblaron y se afianzaron con mayor fervor al cuello ajeno en un nuevo y más firme abrazo.

Obediente, empero, dejó que sus piernas fueran separadas, pues al hacerlo, él mismo notó cierto alivio; De ese modo sus paredes, esas que aún se negaban a aceptarle, parecían haberse ensanchado, poniéndoselo ligeramente más sencillo. Aunque por su parte, seguía doliendo.

-Shhh..- intentaba tranquilizarlo mientras lo movía de arriba a abajo con lentitud, no quería empezar demasiado rápido pues sabía que a Arthur le estaba haciendo daño y hacerlo más fuerte solo provocaría que sus paredes internas se dañaran y hacerle sangre, eso era lo último que quería por lo menos en su primera vez.

Cada vez que entraba y salía un nuevo gemido más prolongado que el anterior. Esa calidez le embriagaba y hacia enormes esfuerzos para no dejarse llevar por sus instintos más salvajes e intentaba anteponer su razonamiento ante todo para no dañar al noble. Nicolas se preguntaba si alguien les estaría escuchando...del exterior seguro que nadie se había dado cuenta pues la tormenta que caía privaba del oído por los truenos que seguro que algunos infantes estarían llorando por los 'gigantes' que venían a comérselos por portarse mal.

Aumentaba la velocidad y la potencia, poco a poco, dándole tiempo a que su interior se acostumbrara a su hombría.-Aah...- simplemente le encantaba, adoraba tenerlo tan cerca y notar el sexo del menor clavándose contra su vientre. Soltó sus muslos y abrazándole empezó a embestirle moviendo con fuerza sus caderas. Ya empezaba a tocar su punto sensible cerca de la próstata.

Los gemidos del chico los sentía por todo su cuerpo, le hacían estremecer y derretirse, estaban tan juntos que costaba distinguir de quien eran los brazos. Ambos cuerpos que parecían querer fundirse y convertirse en solo uno...aunque no estaban lejos de conseguirlo, Nicolas estaba en su interior...ahora formaba parte de él.

Era una sensación prodigiosa; Dolía, no iba a negarlo. Pero el hecho de sentir esa dureza abrirse paso en él era un algo asfixiante, candente... Lujurioso. El calor se aposentó no en sólo sus mejillas encendidas en el color de la pasión si no también en su cuerpo totalmente desnudo, puesto que su piel comenzaba a transpirar dada la fricción realizada entre ambos. Al menos, si por su persona. Pues cada vez que le tenía totalmente dentro intentaba sacar aunque fueran un par de esos centímetros de su envergadura, por ello se realzaba restregando torso, vientre, y todo cuanto podía contra ése cuerpo de proporciones perfectas, aunque cuando consideraba que el dolor disminuía volvía a sentarse sobre éste, permitiéndole la nueva entrada.

La tormenta, ahora en vez de asustarle le producía cierta liberación interna. Podía gritar, maldecir y gemir que nadie se enteraría de ello, al menos, no si no estaban con el oído pegado a la puerta. Y otro grito. Éste convertido en algo símil a un gemido que más allá del dolor dejaba entrever su placer. No supo cuando, pero hubo un momento en que la sexualidad del albino comenzó a robarle verdaderos gemidos tras entrar en contacto con algo que le hacía temblar, su cadera no tardó a responder de inmediato a los juegos de su compañera, buscando siempre el modo de que el pene contrario volviera a rozar con la zona que le enviaba muy sutiles descargas eléctricas por todo el cuerpo.

- ¡A-aa..ah..! - Gritó ahora de placer, siguiéndolo al mismo el nombre de su amante. Estaba aferrado a él en cuerpo y... alma. Sus brazos se habían adherido a ése cuerpo en un abrazo casi asfixiante y era reconfortante sentir cómo el mismo era retornado también. Cobijado entonces en sus brazos y permitiéndole al otro estarlo también entre los propios suspiró. El roce entre ambas caderas sólo estaba terminando de eliminar la última barrera de contención; Pero aun no. No ahora que...

Su mano. Cómo pudo e intentando que el otro no advirtiera en sus gestos rompió parcialmente el abrazo para tantear por encima de la largura del brazo contrario y tratar de encontrar su mano. Cuando lo hizo sencillamente apretó los dedos ajenos y trató de, a su vez, romper el abrazo impartido por el prostituto para poder tomarle de la misma en un gesto totalmente infantil. - A-ah.. -ahí... - Estaba totalmente dentro e hizo fuerza para no permitirle salir; Le tenía atravesado, totalmente dentro. Y aunque doliese... Quería atarlo a él. Sólo por esa vez.

Esos gritos que emitía la garganta del rubio le excitaban hasta el punto de que casi se derramó en el interior del chico sin haberlo dejado aun ''contento'', él aguantaría todo lo que pudiera hasta que su pequeño quedara completamente satisfecho con el albino, no quería decepcionarlo en su primera vez...por lo menos no podía comparar y eso le hacía gracia.

Acompañó el último grito de Arthur gritando él mismo de placer ¿que importaba si alguien les escuchaba? por vergüenza o miedo nadie subiría allí a ver que pasaba y tampoco podían abrir la puerta al estar bloqueada por resistentes objetos (como se había demostrado antes a la avalancha de hombres sedientos de venganza)

A pesar de que el otro lo había encadenado a él y no podía de ninguna manera salir para continuar moviéndose como antes. Una sonrisa se pasó por su pálido pero ahora sonrojado rostro cuando notó que el otro intentaba cojerle la mano, se separó un poco rompiendo así el abrazo y le tomó con fuerza de esa cálida mano un poco más pequeña que la suya.-Eres una dulzura principito.- le murmuró cerca de su oído mientras la mano libre empezaba a masturbar al chico dándole más placer. Sus caderas volvieron a moverse pero sin salir, profundizando más y más pero con cuidado de no pasar el limite.

Mordisqueaba su oreja como en el principio de todo e introducía su lengua en su oído sin contemplaciones sabiendo que el rubio se derretiría con eso no hacía falta ser muy listo para saber que ese era uno de los puntos débiles de Arthur, lo había notado antes con sus estremecimientos y demás.

No respondió. No tenía voz para hacerlo; Oh quizás si la tenía, pero prefería utilizarla para dejarle claro al otro que estaba ahogándose con la dosis de placer otorgada en ése momento de unión. Sus dedos se unieron totalmente a aquella mano incompleta y apretó con alevosía los entregados por la palma de su amante. – A-ah... – Movió la mano, obligando a que el otro imitase el gesto para que ambas, aún y sin soltarse, terminasen contra el suelo, apretando siempre la de quién se encontraba debajo de si.

Pero ya eran demasiadas atenciones recibidas. No sólo el roce con su zona interior sensible, si no que ahora también se sumaba una muy placentera masturbación y el cosquilleo que emergía por su bajo vientre ante las atenciones que el mayor estaba dándole al oído.

Un gritito salió de sus labios, éste más intenso y lascivo que el resto y su mano libre se apoyó sobre uno de los hombros del albino para apretar sus níveos y desnudos dedos en esa piel sudorosa del prostituto, cómo si al hacerlo pretendiera que el aire no se terminase para él. – Y-ya... – Apretó los ojos y no se dio a más explicaciones, movió el cuerpo hacía arriba para ganar un par de centímetros y se sentó de golpe, obligando a esa suave punta a rozar con su próstata. Se vio obligado a ahogar un nuevo grito al apretar sus labios contra la piel ajena, viniéndose entre los dedos de aquella que había optado por prestar atención a aquello que derramaba miel en cantidades más importantes a cuando lo hizo en la boca ajena.

Y mientras la esencia emanaba de su temblorosa sexualidad su espalda se arqueó ligeramente, mostrando a su amante cómo sus pezones yacían totalmente erectos y de un color sonrosado a producto de la excitación.

Aquello fue lo máximo que el albino pudo aguantar, esa 'auto-penetración' tan brusca y el semen de Arthur entre sus dedos basto para que el prostituto se derramara en el interior del rubio, llenando aquellas paredes internas con su propia esencia. Fue demasiado, quería gritar pero se desahogó en los pezones que parecían estar ofreciéndose ante él, los mordisqueaba con suavidad y sin hacer mucha fuerza para no hacerle daño en su momento de éxtasis.

Nicolas se separó del torso del muchacho y sonrió con ternura mirando como había quedado el noble, fatigado y tembloroso. Esa eyaculación había sido más abundante que la anterior con creces y el prostituto se sentía orgulloso de haber provocado eso el mismo, era su trabajo pero si hubiera sido otro cliente virgen no lo habría tratado con tanta suavidad como había tratado a Arthur...ni lo entendía pero...había cojido cariño a ese carácter desafiante y cabezota que tenía el menor.-Veo..que quedatse satisfecho, pequeño.- comentaba entre suspiros mientras se quitaba de encima al ojiverde y lo estiraba a su lado.

La tormenta había amainado...las nubes se alejaban del cielo dando paso a los primeros rayos solares del amanecer, ya era hora que ambos salieran de esa habitación y uno volviera a su 'casa' y otro fuera a buscar a su mayordomo.-Eh...mejor que nos vayamos...- su sonrisa no desaparecía en ningún momento.-¿Te ha gustado tu experiencia...um..gay?- se reía suavemente mientras su mano revolvía las hebras doradas del otro con cariño.

Que rápida había sido esa noche...mucho más rápida que las anteriores...¿Algún día el pequeño principito le pediría sus atenciones otra vez? ni idea, eso era decisión de su amante. Nicolas se lamió la mano manchada del semen del joven y volvió a mirarle.-Tu mayordomo si no ha muerto tiene que estar preocupado por ti.- comentaba el ojigris mirando de reojo la ventana.

Cuando los brazos ajenos le movieron profanó algo similar a una especie de gruñido pesado, aunque prontamente otro suspiro profundo salió de sus entre abiertos labios. No obstante y aunque sus piernas estuvieran ahora sobre el suelo intentó que su cabeza se aposentase contra el torso contrario. Aún respiraba agitado y sus temblores no cedían ni un ápice pero el sonido de aquel corazón tan desbocado cómo el propio le provocó quedar aún más prensado contra éste.

No respondió, siquiera se quejó cuando esa mano le desacomodó el cabello; Sabía lo que venía ahora. La despedida. ¿Dónde iría? ¿Pasaría frío?. La tormenta había cesado pero todo indicaba que se tornaría un día frío. Extremadamente frío si recordaba que... Que ya no tendría mas ése calor.

Sus bochas se abrieron con sorpresa cuando le recordó a su mayordomo. Cierto. Estaría enfadado... Seguramente no le dejaría salir por una temporada, quizás, incluso, llegaría al extremo de encerrarlo en el cuarto. Pese a los cambios de posición... en ningún momento soltó una de sus manos y ése fue el momento en el que le apretó la misma con suavidad al tiempo que ladeaba lo suficiente la cabeza para poder besar de manera superficial su torso desnudo y reluciente por el sudor.

Se enervó apenas unos centímetros y sus labios buscaron los de su compañero de manera superficial. El beso fue... Extraño. Suave en toda su esencia y tierna cómo si hubiera sido el primero otorgado. Cuando aquel contacto terminó, procedió a intentar ponerse en pie... más, sólo lo intentó. El placer seguía invadiéndole, razón por la cual sus pierna temblaron, haciéndole quedar de rodillas nuevamente contra el suelo.

Aceptó ese dulce y...mágico beso, Nicolas recibía muy pocos por no decir nunca besos de aquellos que no tenían nada de pasión y ansiedad, un beso inocente y a rebosar de cariño..dulce como la miel. Cuando sus labios se separaron de los del menor tardó en reaccionar unos segundos hasta que las rodillas del rubio chocaron contra el suelo y el albino dio un respingo algo alarmado por si se había echo daño...y suspiró al ver que no había pasado nada.

El prostituto no sabía que decir en esos momentos, todo había quedado en silencio hasta echaba de menos el ruido de los truenos y sin los gemidos de ambos la habitación había quedado un poco...vacía.-Te...tendré que llevar a cuestas por lo que parece.- comentó el peliblanco risueño y revolviendole el pelo. Seguidamente se subió sus cortos pantalones con algo de dificultad (también temblaba por el orgasmo de antes) y se levantó para cojer su destrozada camiseta y ponérsela, después volvió a sentarse junto al noble, tan solo se tuvo que estirar para recoger las prendas del pequeño esparcidas por el suelo.-Será la primera vez que visto a un cliente.- empezó a vestirlo con lentitud aprovechando la oportunidad para rozar su piel con sus dedos mientras le ponía su cara vestimenta.

Una vez había acabado de vestir al rubio le besó la frente con cariño y volvió a revolverle el pelo.-No se me dan bien los momentos de despedida.- decía Nicolas mirando con lástima al menor.-Ha sido...divertido...conocerte.- hablaba calculando muy bien sus palabras, no quería profundizar mucho, sabía que le echaría de menos pero no quería mostrarlo.Se levantó y de un tirón levantó a Arthur y se lo subió encima, llevándole a caballito sin esfuerzo.-Ni se te ocurra patalear o quejarte o te llevaré bocaabajo.- le amenazó apartando los trastos con el pie (tardo un rato pues pesaban mucho) continuamente abrió la puerta con cuidado de no hacer ruido y empezó a bajar las escaleras tatareando una canción popular de Londres y alegre.

La taberna estaba completamente vacía, ni siquiera el hombre de la barra o las camareras se encontraban alli...seguramente se habrían ido a sus casas a dormir, le extrañaba ver todo tan tranquilo acostumbrado a lugares ruidosos y con muchedumbre.-¿Sabes?..me gustaría volver a verte.- sonrió para si mismo pues el otro no podía verle en la postura que estaban. Nicolas empezó a pasearse por la taberna con tranquilidad...como si estuviera aprovechando el tiempo para estar con el noble.

No se quejó cuando el otro le vistió, es más, se quedó observando cómo las manos del otro se movían entre las telas y su piel con la suavidad propia de la geisha y no pudo más que soltar una risita que pronto se vio opacada por propia iniciativa. Cerró los ojos ante el contacto de esos labios sobre su frente y esperó lo que sabía que era la despedida. ¿Divertido?. Prontamente y de manera casi salvaje abrió los ojos para enfocar al centro de su atención, frunciendo a su vez los labios con un deje poco apropiado.

No se quejó, no pataleó. Se quedó allí, inerte sobre la calida espalda del prostituto, reposando una de sus mejillas cerca de la parte trasera de uno de sus hombros; Era calido y olía a una extraña mezcla de ambos. No le ayudó en cuanto a empujar el mueble se refería, de pronto, todas las ganas de quedar despierto para verle marchar fueron ofuscadas por el casamiento. No lo admitiría, pero aquello efectuado no sólo le había dejado cierto dolor en la zona traseril, si no que ara colmo le hubo dejado sin fuerzas. Para completar el abrazo interpuesto, alzó los brazos y enredó los mismos en el cuello del mayo, no ejerció siquiera fuerza sobre esa piel, pues sabía que el albino no le dejaría caer.

- Pues no te vayas. – Lo susurró tan bajo que siquiera estaba seguro de que el otro pudiera haberle escuchado, sus brazos en ése momento si se apretaron en él, pero no haciendo presión por temor a terminar encañándole. Su rostro cambió a su vez la posición y enterró toda su faz contra lo que parecía ser la columna vertebral ajena. Él podía encargarse de darle hogar en su mansión. Podría...

Todo le abandonó, dejándose al sueño que le envolvía y aunque sus brazos cedieron no los retiro de la forma del cuerpo adyacente. Unos pasos se hicieron eco en la zona dando a mostrar una figura alargada que parecía que había estado entre las sombras durante el largo de la noche en espera por uno de los dos. Y no, el prostituto no era su objetivo.

Los oscuros ojos del mayordomo se clavaron en el albino con cierto gesto de prepotencia que a nadie solía dejar indiferente y se bastó de tender las manos hacía él para darle a entender lo que deseaba; Su amo debía regresar al barrio alto del que pertenecía y estar siendo cargado por alguien de la zona baja... Arrugó la nariz, dejando así por claro su disconformidad. Si no se alteró en insultar fue por la mera razón de que no quería despertar a quién sabía que dormía.

Había notado como el pequeño se había quedado dormido de forma espontanea y Nicolas se estaba empezando a quedar dormido también, se tambaleaba y sus pasos eran más indecisos, casi parecía un borracho en medio de esa solitaria taberna. Había sido una noche interesante y movida, había saltado sobre las mesas con uno de más o menos su edad encima, había subido por las escaleras corriendo y con una carga, y había profundizado su relación con Arthur...a cualquiera cansa todo eso ¿No?

Antes de encontrar la salida un individuo lo despertó de golpe de un susto..¡Que mirada más seria por dios! encima..ese gesto como si reclamara algo que era suyo, tsé, creído.-Cuando seas más viejo de lo que eres ni te reconocerá tu propio amo de tu futura cara arrugada.- comentó mientras algo apenado entregaba al chico de cabellos de oro a su mayordomo, sus movimientos eran lentos como si aprovechara los segundos que le quedaban de tener a Arthur en sus brazos. No, no quería separarse del noble a pesar de haberle conocido apenas unas horas y ni tener ni idea de quien es, ni conocía nada de su pasado ni de su presente, pero bah...Nicolas sabía que no podía formar parte de su futuro por su trabajo, por su deuda, por su carácter...por todo, el pequeño se merecía algo mejor que él, sin duda.

Ahora él se iría por un camino y Arthur por otro...quien sabe si sus caminos se volverían a cruzar pero algo sí sabía, sabía que algo había sido creado en esa noche, algo que costaría de romper y que costaría de olvidar...algo que Nicolas no había sentido nunca y que no quería demostrar y aceptarlo, eso sí, si se volvían a ver aceptaría eso sin negarlo interiormente, era una promesa que se había echo sin decir nada al ojiverde pues temía que no fuera correspondido el sentimiento.

-Buenos días...señor..adiós.- se despidió Nicolas saliendo de la taberna desviando sus orbes grises al muchacho dormido por última vez, le dio una palmadita ''amistosa'' en el hombro del mayordomo y siguió su camino, desapareciendo tras la puerta y siguiendo el camino hasta su ''hogar'', pensaba en diversas excusas que tendría que utilizar para disculparse de no haber traído dinero esa noche...no quería que siguieran al pequeño para reclamar el dinero.

[-cerrado-]