En lo mas alto....de la mas alta....torre....{priv}

Despues de un agitado "paseo" por la ciudad, finalmente llegaban a su destino: El campanario de la catedral, el que entraron por uno de los grandes ventanales, custodiado por enormes y grotescas gargolas.
Ese lugar tan tétrico, se había convertido en el hogar del demonio desde que había despertado de su larguisimo letargo apenas unas semanas atrás.
Toda la catedral parecía haber sido abandonada por algún motivo y eso la convertía en el escondite perfecto para una criatura como Eglath.

Aún sujetando con fuerza a su victima, chasqueaba los dedos de su mano libre, haciendo que decenas de velas se encendieran a la vez, estas estaban por doquier e iluminaban de un modo bastante curioso la estancia.
Parecía que el demonio no había perdido el tiempo y el lugar estaba acondicionado para el uso, había una gran cama con mantas rojizas al fondo....grandes alfombras con cojines por doquier también del color de la sangre, colocadas de un modo algo desordenado...también una gran mesa donde aún quedaban restos de comida y botellas de vino, así como una enorme estantería repleta de libros de aspecto muy antiguo.

Dejó el cuerpo del chico sobre la cama y le miró desde arriba un momento...hacía tantísimos siglos que no tenía a nadie en su lecho...aún con cadenas y todo le parecía una idea excitante, pero no había llevado a su "pulgarcito" hasta ahí para eso.
- Bueno...¿puedo fiarme de ti... - le decía en un tono que pretendía sonar ¿amigable? agarrando una de las cadenas que rodeaban aquel frágil cuerpo humano.-... O prefieres seguir encadenado?- sonreía malicioso.- Decíde...-

La escasa luminosidad empleada por las velas le hizo entrecerrar ligeramente los ojos, pues acostumbrado anteriormente al abrazo de la noche se le hizo tarea complicada la de mantener los ojos totalmente (u parcialmente) abiertos. Miró con recelo cuanto allí se encontraba aún y cuando le costase el mantener la mirada fija en aquellos luminosos puntos, aún y así, nada parecía nocivo para su persona; Al menos, en un grato principio.

Tan buen punto fue dejado contra la tersura del colchón se enervó con cierta torpeza y le miró con los labios fruncidos conforme lograba quedarse arrodillado sobre el mismo mueble en el cual había sido dejado; La cama. No quería estar allí, prefería uno de los innumerables cojines del suelo a tener que estar en ése lecho mancillado por ése ser que ya había identificado cómo... No-humano.

Alzó ligeramente la cabeza con gesto orgulloso aún y cuando el agarre férreo esas cadenas le hicieron soltar un débil quejido. Sus entrecerrados ojos, esos que ahora mostraban una iracunda ira se fijaron en el rostro de ése ente y finalmente, tras sospesar en las posibilidades, habló. – Puedes fiarte. Y puedes no hacerlo. -¿Qué importaba si se fiaba no?. Seguramente terminaría por hacer lo que deseaba.

Negaba con la cabeza, de sus labios una sonbría y grave risa se dejaba entreoir por lo bajo.
El chico parecía no entender que su vida pendía de un hilo y que todo lo que hiciera o dijera condicionaría el transcurso de los acontecimientos, de ese modo tan poco cooperativo tal vez tardarían un poco más de lo que el demonio tenía pensado, pero para Eglath no había problema, tenía todo el tiempo del mundo...literalmente.

- Muy bien Pulgarcito...- le sonrió inquietatemente tranquilo.- Será como gustes...-
Con una sola mano agarraba aquel cuerpo por las cadenas volviendoselo a cargar bajo el brazo esta vez y cruzar la estancia hasta llegar a una pared cercana a la cama donde habían numerosos garfios que colgaban del techo o sobresalían de la superficie de piedra.
- Espero que estés cómodo...- lo colgaba sin más en uno de esos garfios, enganchando una cadena.
Tomó su mentón un segundo para contemplar aquellas facciones, estropeadas por esa expresión que mantenía y acto seguido le soltaba haciendose a un lado y dejarle cuan pedazo de carne colgada en una carnicería.

Con un resoplido se acercaba a otra de las paredes, empezando a despojarse de la capa y la capucha, dejandola colgada...seguía con las pesadas cadenas, arrancando los agarres de su cuerpo, haciendole sangrar abundantemente por esto pero en su rostro no aparecía apenas ningún gesto que indicara dolor, solo una ligera mueca con los labios, pero nada más y también las dejaba colgadas junto con la prenda de "camuflaje".
Volteó viendo a su rehén por un momento...por un instante se preguntó si no se habría equivocado al mantenerle con vida...pero prefirió esperar un poco más para ver como se desarrollaba todo.

Se encaminó a la mesa, sus heridas cicatrizaban y sanaban a una velocidad asombrosa y apenas había agarrado una espléndida manzana roja en su mano, ya no había rastro de sangre o heridas en su cuerpo.
Sin mediar palabra se echó en su cama como quien llega cansado de "trabajar", acomodandose allí y daba un bocado a la manzana, mirando con media sonrisa claramente maliciosa a su pequeño "trofeo", pues eso es lo que parecía el muchacho que colgaba a unos metros de él.

El hecho de verse colgado cual pieza de cerdo en el matadero no fue fruto de su gusto, de hecho, sus labios se fruncieron ligeramente… - Ah... – Cerró por breves instantes los ojos cuando sintió la tirantez de sus brazos; Dolían. Era obvio, después de todo estaba suspendido y estos soportaban gran parte de su propio peso, que no era mucho, pero si el luciente cómo para hacerle doliente la experiencia. El hecho de sentirse observado no ayudaba en absoluto a su intento de calmarse... No obstante, cuando se fijó en la espalda desnuda de ése ente su tez palideció a una velocidad alarmante.

Las heridas. Esas heridas se curaban solas!. Notó cómo las ganas de vomitar volvían a él de manera más contundente de cuando habían estado en el cementerio, siquiera tenía las fuerzas necesarias para intentar moverse y hacerse con su liberación. Aunque su rostro se mostrase enfermizamente blanco y sus labios se encontrasen tan prensados que confrontasen a duras penas una pálida línea, sus ojos estaban fijos y totalmente abiertos en aquel ser.

El observarle comer le provocó una ligera sensación de ahogo, aunque, por lo menos, no era carne. Eso si hubiera sido el detonante a la desesperación. Cuando recuperó el aliento que le fue arrancado ante tal visión, habló con voz suave, cómo si lo que hasta ahora se estaba realizando no fuera más que el juego de dos niños; Y ahora uno estaba cansado de jugar.

- Duele. – Tironeó de sus muñecas con tal de sucumbir a la liberación de las cadenas pero estas parecían no querer a sus deseos. – Me portaré bien. – Clavó su mirada en la figura que se encontraba sobre la cama observándole de un modo que no supo comprender en su totalidad y volvió a mover las manos haciendo esta vez un ligero gesto de dolor; Se había cortado con los grilletes, por lo que ahora aquel líquido del color del vino se paseaba a gusto por su muñeca desnuda y se escurría en dirección al interior de sus ropas.

Sonrió para sí mismo complacido por la actitud de su presa, sin embargo no movió ni un dedo hasta que hubo terminado con la manzana por completo, semillas incluidas.
Se estiró pasadamente sobre las sabanas, en un gesto típica e irónicamente humano y finalmente se levantó con un bufido , como si le fastidiase dejar su cómoda posición.

Avanzó pesadamente hasta el chico , ahora sus pasos sonaban rotundos en aquel suelo pétreo.
Quedó delante suya un momento, observandole de nuevo, seguro de que su nueva "mascota" no sería tan "bueno", como decía.
Agarró uno de los enganches que colgaban del cuerpo encadenado del muchacho y lo clavó en uno de sus costados, acto seguido, como si la cadena hubiese cobrado vida se desató por si sola, dejando caer el fragil cuerpo, el cual el demonio sujetó en sus brazos antes de que callera al suelo.

-Si hubiese sido bueno desde el principio... te hubieses ahorrado esto...- decía sosteniendo la muñeca sangrante del muchacho, mirandola con desagrado, no le apetecía nada que una de sus posesiones se dañase sola.
En un rápido movimiento lamió esa sangre directamente de la piel del chico , Eglath no se alimentaba de eso ni mucho menos, pero al contacto con su piel, su cuerpo demoniaco identificaba como propio aquel otro cuerpo y la herida sanaba con igual rapidez con la que lo habían hecho las heridas de su propio cuerpo unos minutos antes.
- Mientras lleves ese brazalete estarás... "protegido" ... de algunas cosas por así decirlo...pero de eso ya hablaremos luego....- lo dejaba en el suelo con sorprendente delicadeza y se alejaba de él, de todos modos no podría huir por lo que tomar más precauciones no era necesario.

Fue hasta la mesa tomando asiento en una de las sillas no sin antes arrancar aquella cadena de su cuerpo y colgarla con las demás, haciendo un ademán hacia el muchacho para que le acompañase y se sirvió una buena copa de un vino excepcionalmente rojo, como casi todo lo que allí había.- Sé un buen chico... y acompáñame a la mesa esta noche...-

Para su suerte sus brazos se vieron gratamente satisfechos cuando por fin dejó de sentir la presión ejercida por su propio peso en esa zona, aunque cabía decir que el hecho de terminar en brazos del otro no fue su ideal... Hubiera, por un efímero momento, deseado quedar realmente contra el suelo aún y cuando el golpe efectuado contra el mismo hubiera desempeñado el lastimarse de manera contundente; Era ése aroma a sangre. Le mareaba. Un escalofrío le erizó el vello de la nuca cuando esa fría y viperina lengua se postuló por encima de la piel de su muñeca. Aunque la sensación punzante de la herida desapareció, la mueca de dolor pareció no querer abandonar su semblante.

Protegido. ¿Protegido?. Parpadeó y se miró de manera ausente la muñeca mientras el adulto se retiraba hacía la mesa... O dónde quiera que fuera. Él, por su parte se miró aquella película de saliva que merodeaba por encima de dónde no hacía mucho había una sangrante herida; Sí. Allí no quedaba nada. Siquiera algún tipo de cicatriz, seguramente por que el corte no había sido en absoluto profundo.

No se movió ni un ápice de su posición pese a la amable invitación del demonio. Por el contrario, bajó su mano de manera rotunda y clavó su mirada en aquel cuerpo que se hería y regeneraba a una velocidad anormal. - ¿Qué eres? – Desde que le vio saltar a esos metros de altura hubo comprendido que no se trataba de un humano.

Vaciló en si avanzar o no, pero finalmente sus pies quedaron adheridos fijamente al suelo al lugar donde el mayor le había dejado y parecía realmente no tener intenciones de ceder al mandato, al menos, no hasta que le dijera la razón por la cual le había llevado ahí. No parecía con ganas de comérselo, ni de matarle. Por lo que su estancia allí parecía un mero capricho de una mente retorcida: Y no estaba para juegos.

- ¿Y que quieres? – le miró cómo si aunque estaba por claro quién ganaría en una batalla, fuera él quién tuviera el poder de la situación. Sonó obstinado, orgulloso y elocuente. Habían muchas dudas que tenían que ser resueltas, además, la sensación asfixiante (aunque no dolorosa) de lo que portaba en la muñeca le incomodaba en cierto punto y eso le hizo mostrarse con ése porte noblesco del que era poseedor.

Como había sospechado el muchacho mantenía esa actitud rebelde, cosa que lejos de molestar al demonio la encontraba deliciosamente divertida.
Pero independientemente de todo eso debía darle a entender al menor quien era el "jefe"...aunque le sorprendía que despues de todo lo que había pasado no se mostrara un poco más sumiso ante él.

Movió la copa bajo sus fosas nasales, disfrutando del embriagante aroma de ese caldo, parecía ignorar los improperios del muchacho, realmente le era bastante indiferente, pero lo que de verdad quería era darle una "lección" de autoridad y modales.
-Pareces un muchacho... bien posicionado en la sociedad...- le dijo mirandole de reojo aún sin tomar de su copa.- Tu ropa es elegante...tus rasgos delicados...y tus manos tienen aspecto de no haber trabajado jamás...- parecía hablar al aire pero claramente todo aquello iba dirigido a "pulgarcito".

Dió un largo trado a la copa, tomando todo el contenido de una vez y agarrar la botella sirviendose de nuevo.- Pensaba que los chicos así estaban mejor educados...pero tú pareces no saber lo que son los modales...o el respeto....-hacía una pausa volteando el rosto y verle directamente con un gesto de autosuficiencia.- Estás en mis dominios...bajo mi control...¿ qué te hace pensar...que responderé a tus preguntas sí tú no te molestas en responder las mias primero? ...- aquello le había molestado , ni siquiera se había dignado a darle su nombre y eso le irritaba.
Volvía a hacer el gesto con la mano, para que se sentara también.- Responderé gustoso a cuantas preguntas quieras....pero primero debes responder tú...-

Se miró las manos cuando escuchó el comentario referente a las mismas. Cierto. No había trabajado, siquiera había limpiado alguna vez su propio cuerpo; Tenía personas que se encargaban de su limpieza, comida y manutención. No era menester conocer siquiera el modo de tomar un tenedor, ¿Para que?. Si de todos modos ya habría alguien dispuesto a introducirle la comida en la boca. Sin embargo pronto dejó de verse las mismas para volver a indagar en el rostro de quién le tenía cautivo., frunciendo paulatinamente tanto las cejas cómo los labios en una mueca de lo más temperamental.

- Se da respeto a quién es merecedor. – Farfulló, llevándose una de sus pulcras manos a la altura de la cabellera, desordenándose las hebras que caían por su frente, haciéndose ligeros bucles con sus cabellos del color oro. Parecía ensimismado con aquello, sin embargo, sus ojos seguían fijos en aquella figura que seguía frente su persona.

- ¿Bajo tu control? – Enarcó suavemente su ceja izquierda cuando escuchó aquel comentario. Pero decidió no exponer sus replicas a viva voz; No quería enfadarlo a modo que pudiera dañarle... Seguía teniendo clara desventaja con él y eso era algo que obviamente no olvidaría. - ¿Qué quieres saber? – Observó el vino que degustaba el otro, era demasiado rojo para ser vino normal... De todos modos y dejando de lado tanto su duda cómo aquel orgullo creciente en él, caminó hacía la mesa a un paso desesperadamente lento, cuidadoso. Observando con sigilo los movimientos de éste por si tenía que retroceder de manera abrupta. Pero no mucho más tarde alcanzó la silla que había sido señalada por el otro y se aposentó con taimada calma sobre ésta de manera principesca. Pasó su rodilla izquierda por encima de la derecha mientras que una de sus manos se tendía por el largo de la mesa y la otra apoyaba la palma sobre una de sus rodillas.

Pocas veces en su larga vida había tenido tantas dificultades para "domar" a un ser humano, si bien era cierto que rara vez lo hacía de ese modo, estaba claro que ante un ser tan simple lo indicado era que recibiese el trato que se le da a un animal, pero en las condiciones en las que se encontraba era mejor actuar con prudencia.

Dejó su copa con cuidado sobre la mesa cruzando las manos y apoyando el mentón sobre estas, quedando en silencio abstraido en los ojos verdes de su interlocutor, hacía mucho tiempo que no veía ojos así, era mas normal ver a humanos de ojos oscuros o azules, pero los ojos verdes eran realmente una rareza en el mundo...tal vez solo un quince porciento de la población mundial poseía tal tonalidad ocular.

- Quiero saber tu nombre...y la razón por la que estabas en el cementerio a esas horas...decías que te habías escapado... ¿ de qué huías ? - estaba seguro de la que la respuesta sería un seco " no te incumbe" o algo así, pero por probar suerte no poerdía nada.
- En cuanto a mi...- se recargaba en su silla, acomodandose cual rey en su trono.- Mi nombre es Eglath y soy un demonio...tal vez te suene algo irreal puesto que los humanos de hoy en día pareceis haberos vuelto algo "excépticos" y ya no creeis en lo que vosotros llamais..."sobrenatural"- Hacía el gesto de las comillas con los dedos.
- Bueno...tu turno, Pulgarcito....-

Sonrió gratamente cuando escuchó la presentación por parte del demonio; Había ganado el asalto, pues el otro se había presentado antes. Sin embargo, se permitió un rictus silencioso en cual sus ojos examinaron con prudencia el rostro contrario. Sus ojos infundían temor, sin embargo, no el suficiente para hacerle temblar o querer salir corriendo. Pudiera ser que éste se comportase ahora por ahora amable pero indagando en su mirada se podía descifrar que no siempre sería así.

- Me llamo Pulgarcito... – Encogió los hombros; Seguía en su férrea idea de no entrar lo único que quizás el demonio no podría arrebatarle. El nombre era algo sagrado, lo que identifica; Sin un nombre, no eres conocedor del alma. – Y de lo que escapaba... No es algo que tenga que ver contigo. – Sus dedos teclearon con nerviosismo su propia rodilla izquierda y presionó suavemente los dedos contra la forma de la misma. Más, toda su atención se la llevó el demonio cuando mentó su origen. – Demonio... – Repitió, no sorprendido; Todo aquello le parecía tan irreal que... Trató de llamar a la calma y esos dedos que antes hubieron postulado por su propia rodilla se alzaron para apretarse la sien. - ¿Qué es lo que busca un demonio en un humano? – La muñeca envuelta por el grillete se alzó, quedando así frente la mirada de quién tenía delante. – No me vengas que esto es para protegerme, por que no lo creeré. -

Bajó suavemente ambas manos y a su vez dejó postradas las palmas de ambas sobre esa rodilla que se cruzaba por encima de la otra en un gesto por demás sublime, imperioso. Pudiera ser que el otro se creyera Rey, pero él era el príncipe y el pequeño trono del que se creía dueño no lo abandonaría; Aún y cuando el otro quisiera amedrentar su comportamiento seguiría igual.

- Oh...JA!! ...Jajajajajajaja!!- las predicibles respuestas del otro le habían sonado muy, muy cómicas al demonio, quien reía sonoramente de una manera demente.
- Crees que ocultandome tu nombre... podrás proteger tu alma de mi?...- controlaba su risa, volviendo a optar por la posición inicial tomando un trago de su copa y volver a posicionar la barbilla sobre sus manos entrelazadas.

- Si quisiera tu alma...o tu nombre...te torturaría del modo mas doloroso hasta que suplicaras tu propia muerte...en esos momentos la mayoría escupe su nombre y hasta su corazón si yo lo ordeno...-alzó la mano retirando uno de los mechones dorados del cabello contrario que le impedían verle bien a los ojos.-...para mi es tremendamente facil...y aún así estoy siendo gentíl contigo sin merecerlo...- miró distraido el brazalete que el otro alzaba.- Es precioso...¿ no te parece?...- tomaba otro sorbo de aquel vino haciendo una pequeña pausa.- No, no es para protegerte...al menos no directamente....solo eres un ser humano, insignificante, vulgar...- alzó la vista para encontrarse con sus ojos.- sin embargo podrias serme de utilidad...y de hacerlo, ambos saldriamos beneficiados por ello...-

Esta vez si tuvo que hacer esfuerzos para no arremeter una bofetada contra el rostro de ése imponente ser; Pero se controló. Meramente apoyó las manos en su regazo y procuró parecer calmó pese a las estridentes risas que el otro emitía. Calma. Con calma podría salir de allí. Más, el relato de las torturas hizo que en sus labios se esbozase una muy pequeña sonrisa entre sus antes tensos labios.

- Yo no lo haría. La muerte antes que la clemencia – El no era la mayoría. Él era él. Punto. No obstante cuando esa mano se aproximó a su rostro contuvo el aire cómo si hubiera estado esperando una bofetada pero ante ése acto de carácter gentil sólo le quedó fruncir ligeramente los labios, viendo esa mano que se separaba de su cabello para fijarse en su esposa. - ¿Y bien? ¿Qué sacaría yo de llevar esto? – Agitó su mano, parcialmente indiferente a las risas anteriores, a lo mentado por la tortura. – Se hará invisible o algo, ¿No? – Arrugó ligeramente el ceño; No quería que el resto pudiera divisar aquella horrible ornamenta. Conocía a su mayordomo lo suficiente cómo para que éste pensase que la policía lo había torturado.

- Ah!! eres un pequeño insolente...- reía de nuevo por lo bajo.- Un pequeño ególatra, caprichoso y malcriado...- le sonreía negando con la cabeza, los humanos , siempre tan prepotentes y orgullosos, ignorantes de sus propias limitaciones, fragilidad...todos se creen valerosos, fuertes...pero finalmente todos suplican.

- Sí, se hará invisible...o mas bien desaparecerá bajo tu piel...pero seguirá ahí...-jugueteaba ahora con uno de los mechones de su propio pelo, distraido.- Claro que esto solo pasará si finalmente cedes a mis condiciones...si lo haces podrás marcharte y seguir con tu vida...de lo contrario...- le miró manteniendo aquella sonrisa.- realmente me importa poco lo que decidas finalmente...si prefieres seguir con tu actitud serás mi mascota hasta que me aburra de tí o mueras...lo que ocurra primero....-

- Las ventajas para tí...je....aún es pronto para hablar de eso...- tomaba otra copa sirviendo vino y colocarla delante del chico.- Deberias probarlo...- le dijo como ignorando su pregunta.

Vaya. Así que esa cosa... Quedaría dentro de su piel. Hizo cierta mueca asqueada al imaginarse aquello, sin embargo, no dijo nada. Después de todo, aún no sabía ni las condiciones ni el pacto a cumplir, aunque viniendo de un demonio, ciertamente poco se podía esperar de bueno... Esa sonrisa le turbaba, le ponía nervioso. - ¿Mascota? – Está vez fue él quién dejó escapar una risita que divagó por el ambiente, y no mentó nada más, pero con ése sonidito se podía uno imaginar que era lo que pretendía decir.

- ¿Probarlo? – Alzó la muñeca con aquella cadena enroscada de manera ferviente en su piel y parpadeó, cómo si no llegase a saber cómo era la utilización de eso. - ¿Cómo? – Sacudió su brazo de arriba hacia abajo, cómo si esperase que éste escupiera rayos de fuego, corrientes eléctricas u algún tipo de magia oscura. Pero nada. Seguía allí; Totalmente impasible. Rodeando su muñeca cómo el trasto inútil que era.

Alzó la cabeza y le observó con los labios ligeramente fruncidos, no entendiendo absolutamente nada.

Ignorando las palabras de su "invitado" terminó de servirle vino seguro de que no lo probaría y se sirvió a si mismo por tercera vez.
- Necesito información...- empezó a decirle serio clavandole la mirada.- ...esta ciudad ha cambiado mucho desde la última vez que estuve aqui...- tomaba un sorvo de vino aún con la vista puesta en el joven.

- Por tu aspecto...no levantarás sospechas...sé que hay mucha escoria humana y no-humana vagando por estas calles... y necesito sus almas...- hizo una pausa esperando que "Pulgarcito" estuviese comprendiendo lo que le decía.- ...Mientras lleves ese brazalete sabré quienes te rodean...todo el que te toque o hable contigo...de ese modo sabré cuales me puedo llevar o no...-

Tal vez el pacto no sería del gusto del chico, pues podría poner en peligro a personas cercanas a él...pero realmente no tenía opción , era eso...o quedarse encerrado junto al demonio hasta Dios sabe cuando.- Lo bueno...para tí , es que solo es temporal...cuando tenga las almas suficientes ya no te necesitaré y serás liberado... con tu alma intacta...también al serme útil no permitiré que te ocurra nada mientras lleves el brazalete...nadie podrá dañarte de ningún modo y quedar impune...- terminaba su copa mirando con fastidio la botella que ya había terminado.- ...ese es el trato que te ofreco...- Volvía a extender su mano derecha al joven para sellarlo si aceptaba, esta vez no habrían segundas oportunidades debía decidir ahora.

Espera. Espera. Obviamente estaba entendiéndolo todo. Todo salvo un dato; ¿Criaturas no-humanas?. Poco le importaba que pudiera llevarse el alma de los que compartieran palabras con él siempre y cuando no tocase a nadie de los de su hogar, sin embargo, seguía sin encajarle del todo la propuesta efectuada.

- ... ¿Criaturas no humanas? – Se quedó mirando de cerca el rostro del demonio. Había visto su mano tendida hacía él, pero no la tomaría hasta que sus dudas estuvieran saldadas. Una vez aquello ocurriera, sellaría el pacto del modo que fuera menester. Hasta ahora había aceptado que ése ser no era normal. Eglath era un demonio. Sí. Eso obviamente se lo había creído, sólo estaba con ver el cómo unas cadenas emanaban de su piel cómo si fueran unos miembros normales. Empero, juraba que en toda su vida no había visto hasta ahora nada que no se asemejase a un humano.

Realmente lo referente a su seguridad poco le importaba. Siempre había quienes pondrían en sacrificio su vida por él. De todos modos y hasta la fecha nadie había muerto cuidándole. Sin embargo... ¿Es que esa ciudad era diferente al lugar de procedencia?. Sus ojos ahora miraron con una irracional duda al mayor; No comprendía nada, pero esperó que éste comprendiera que debía primero clarecer la letra pequeña antes de firmar.

- Tu... – Sospesó con cuidado lo que iba a decir. - ... ¿Serás mi guardián directo? – Enarcó suavemente las cejas e inclinó su posición hacía él, cómo si fuera a susurrarle un secreto. – El trato se cerrará cuando jures no tocar a quién yo diga. Me reservo el derecho de salvar la vida al humano que yo te lo diga. -

Retiraba la mano algo contrariado, había pensado en la posibilidad de que pidiese algo más a cambio, pero la mayoría de los humanos estarían más que encantados de tener a un demonio como Eglath de guardaspaldas...pero definitivamente su "pulgarcito" no era como cualquier humano.

- La avaricia rompió el saco, pequeño...- le miraba serio apartandose un poco pensativo, bien pensado no era mala idea aceptar una pequeña condición extra por parte del chico, claro que eso conllevaba una nueva condición por parte del demonio también.
- Muy bien...- volvía a acercarse imitando el gesto del chico y "susurrarle".- ...Quedará absuelto el HUMANO que tú elijas....- le sonrió malicioso.- pero ...como ya tienes mi protección...y ademas ese trato especial ...lo justo es que yo también pida una última cosa para terminar el pacto...¿no te parece?-

Frunció las cejas cuando ese susurró por parte del demonio matizó un punto; Humano. ¿Cómo podía identificar a los que eran humanos o no?. Siquiera sabía que habían distintas razas hasta ahora. Eso era totalmente injusto. Y sabía que el demonio era plenamente consciente de ello, por lo que seguramente su petición no sería nada sorpresivo para éste. – No. Humano o criatura. Tengo derecho a salvar un alma. – El trueque parecía estar llevándolo él, pero sabía que con suerte, aceptaría a lo dicho; Era un alma. Sólo una. Tampoco pedía salvar a media jerarquía de pueblerinos.

Bien. Dicho eso permaneció en espera a lo mentado por el otro y una pequeña mueca indescifrable se hizo con su faz, otorgándole un gesto dubitativo, sin embargo, no tardó en asentir, dándole a entender que escucharía. Luego, claro. Siempre estaría a tiempo para negarse. - ¿Qué última cosa? -

- Pequeño bastardo....- reía sonoramente, aquello sí que no se lo esperaba.- Pero que listo eres...- re revolvió el cabello en un gesto ¿paternal?, al menos eso parecería por la diferencia de altura y si Eglath fuese humano.- Cada vez me gustas más...-

Se mantuvo en silencio un silencio, sopesando los pros y los contras, despues de todo ¿ que significaba un alma más o menos?....nada...o todo...eso dependía del ser del que Arthur se encaprichara y eso podía poner en peligro los planes del demonio.

- Muy bien, chiquitin...- volvía a acercarse peligrosamente a él levantandose de la silla y dar un par de pasos hasta que lo tuvo delante.- Acepto tu condición de salvar el alma que elijas sea o no humana...a cambio ...de disponer de tí cuando se me antoje...Cómo y para qué es asunto mío...pero descuida, tu alma está a salvo.- Volvía a extender la mano ( un gesto necesario pero molesto para el demonio al que empezaba a fastidiarle eso ) esta ve sería la última vez que lo haría aceptara o no su invitado.

Cerró los ojos cuando esa mano que prácticamente ocupaba su cabeza entera le desordenó los mechones que con tanto esmero se había peinado él mismo con una palma, pero no se quejó, pues parecía que su propuesta había sido felizmente aceptada por el otro. Al menos, algo así. Simplemente deseaba la opción de poder salvar a ambos por si... Acaso. ¿Quién podía ahora asegurarle que sus allegados no fueran una extraña criatura en verdad?. No. No podía correr riesgos.

Pese a que el otro se había puesto en pie no se movió, más, sus ojos, luminosos y olivaceos dieron con aquel imponente ser que se encaró a él con una rapidez innata. - ¿Disponer de mi?. – Parpadeó. ¿Qué podía un demonio sacar de un humano? ¿Dinero?. Torció suavemente el gesto, pero alargó con cuidado su mano. Aún no la estrecharía... De hecho, sus dígitos rozaron la palma tendida a modo de una extraña caricia circular, dándole a entender que estaba ya por culminar el pacto. Sólo faltaba la explicación elocuente a lo mentado. - ¿En que sentido? –

Sus pequeños dedos se detuvieron suavemente y se preparó para estrechar esa mano que a diferencia de la propia, era de mayor tamaño. Una palabra. Una sola palabra que él considerase correcta y el trato entre ambos sería ya una realidad.

Le miró impasible, tratando de no mostrar ninguna emoción, pero aquel chico parecía ser más listo de lo que parecía, Eglath quería poder satisacer con él alguna de sus ansias de "juego"...adoraba los frágiles cuerpos humanos y el de este chico se le antojaba sumamente apetecible, pero seguro que de decirselo no aceptaría.

- Cómo te dije, necesito información...tú vives en esta ciudad y puedes moverte libremente por ella impunemente...pero yo no puedo sin llamar la atención, serás mis ojos de día... puede que te llame a mi precencia para preguntarte cosas...- y era verdad, no toda, pero era verdad a fin de cuentas.

La mano seguía extendida hacia el rubio que parecía estar jugando con él, pero en el momento en que se la estrechara todo terminaría, y ambos saldrían beneficiados...uno más que otro.

La explicación le pareció... Correcta. No era un habilidoso negociador, siquiera había tenido que usar jamás tanto la cabeza, pero sin duda, el trueque le pareció bien. Si mas no, había logrado más cosas que en un principio con una condición (a su parecer y dentro de la inocencia) bastante absurda.

Decidió dar el paso. Sus dedos se abrieron hueco entre la palma cetrina ajena y con lentitud, apretó la misma en una estrecha y bien procedida acción; Tal y cómo lo haría un adulto en su situación. – Arthur. - ¿Qué importaba? Ése se había convertido en su guarda espaldas, por ende, no había caso. Podía ser conocedor de su nombre si así gustaba, después de todo el mismo se había pillado la cola: Era guardián, no podía hacerle nada que resultase nocivo para su propia vida.

No obstante, esa era su visión de un protector y no era conocedor de la visión del demoniaco compañero que tenía justo en frente.

Estrechó su mano por fín , ejerciendo tal vez un poco de fuerza inecesaria , aunque tampoco excesiva.
Al hacerlo el brazalete que presionaba la muñeca ajena empezó a desvanecerse...realmente seguía llevandolo y la presión no desaparecería, pero ahora la sentiría por debajo de la piel.
- Arthur Yullian...- agregaba el demonio, ahora que habían hecho ese pacto y le había dado su nombre podía "adivinar" cosas sobre él , pues al fín podía ver con claridad en su interior.- ...tienes un alma...muy interesante...- chasqueaba la lengua.- Lástima....

Le soltó y se aproximó a uno de los enormes ventanales, contemplando la ciudad en plena noche...debían ser las 4 o las 5 de la madrugada y debía sacar a Arthur de allí antes de que amaneciera.- Ah...se me olvidaba una cosa...- le dijo sin mirarle.- una vez dejes de serme útil y te libere... las condiciones del pacto serán anuladas...a no ser que cumplas tu cometido para conmigo de un modo que me agrade lo suficiente- le miró sombrío antes de pasar por su lado y agarrar su capucha, y colocarsela, ok, había hecho "un poquitín" de trampas.-...Vamos...- le "invitaba" a seguirle hasta el ventanal,- te sacaré de aqui....-

Le siguió con la mirada hasta que éste se paró frente al ventanal y mecánicamente arrugó el ceño como respuesta a el motín; Era sumamente... Oh. Pero se las arreglaría. Podría plantarle cara a ese demonio. Al menos, eso era en lo que creía de manera férrea. Después de todo, pese a la apariencia del pelirrojo... Parecía ser más flexible de lo esperado.

De reojo miró su muñeca. Realmente no parecía tener ningún tipo de marca allí postrada; Nada. Aunque la muy ligera presión seguía sintiéndola en sus carnes, haciéndole sentir meramente vulnerable a esta. Sacudió suavemente la mano y al ver que efectivamente nada de allí parecía anormal, se puso lentamente en pie.

- Quizás no seas el único que ha hecho trampas. –Sonrió ligeramente con el orgullo barriéndole las fracciones y esta vez si acató el mandato de su ahora guardaespaldas y se puso junto a él, en espera de que le tomara en brazos. Cruzó los propios sobre el pecho y... Esperó a que su compañero procediera a sacarle de allí. No era que el lugar le desagradase. Pero... Deseaba volver a ver a quienes habitaban su casa aunque fuera por una vez más.

Solo sonrió para sí mismo ante el comentario del otro, no importaba las "trampas" que hiciera el chico, si nisiquiera creía de manera ferviente en las criaturas no-humanas el demonio no tenía de qué preocuparse...ahora tenía a un espía...un sirviente que le sería muy útil hasta que por fín lograse las almas suficientes para ser tan poderoso como lo fue un día...

Lo roderó por la cintura cuando le tuvo cerca para cargarlo, con cuidado esta vez y no al hombro cual fardo de paja como habían llegado hasta allí.
- Agárrate...- fue lo único que le dijo antes de emprender la marcha por los tejados de aquella ciudad, entre enormes saltos de lenta caída...había llegado la hora de dejar a Arthur en casa y dar comienzo al siquiente paso en sus planes.