Dispuesto a perder la cordura humana {Priv}

Dicen que el asesíno siempre regresa al lugar del crimen.
Hasta ese momento siempre había pensado que únicamente era una carismática frase que solo podía ser usada para adornar las páginas de aquellas novelas de detectives que tanto le gustaban, sin embargo había descubierto en carne propia que era cierto, habían pasado varios días y las manchas de sangre resecas en el suelo aún eran visibles pese a que había llovido dos días despues...

Tras aquella traumática noche en el puerto, el albino había regresado a su vacía y oscura mansión sintiendose más extraño que nunca y sin embargo más vivo que nunca también.
Los días opsteriores habían pasado en una inquietante calma, de pronto podía percibir el silencio de un modo más agudo, los sonidos retumbaban en su cabeza con demasiada claridad, pudiendo escuchar hasta los correteos de las ratas en el sótano estando él en la segunda planta, parecía que todo lo que estuviese vivo le era más evidente ahora...
No había podido dormir casi nada desde entonces, en su mente las imágenes de lo sucedido se agolpaban de manera violenta y dolorosa, aunque tratase de pensar en cualquier otra cosa se sentía imcapaz...aquel hombre...¿ qué le había hecho?

Esa noche pareció no soportarlo más y había desandado el camino que le llevo a casa aquella noche, hasta llegar a aquél fatídico lugar donde le había visto por última vez, daba la impresión de que todo podría ocurrir de nuevo, pues la estrecha callejuela estaba exactamente igual que entonces, desierta, casi en penumbra, silenciosa...solo aquellas manchas de sangre seca revelaban lo acontecido hacía unas cuantas noches.
De pronto se preguntó a sí mismo qué hacía en ese lugar, en su fuero interno dos ideas contradictorias se debatían constantemente, por una parte deseaba encontrarse con el pelinegro, quería verlo, deseaba hacerle miles de preguntas, preguntas que seguramente no obtendrían respuesta, pero no podría saberlo de seguro si no le encontraba, sin embargo su lado humano y racional le decía que olvidase esa posibilidad, que olvidase todo lo que había pasado y que siguiera con su vida de siempre, pero había un problema con esto último...tras aquel encuentro el peliplata no volvió a ser el mismo, ahora sentía una extraña necesidad, una ansiedad que ni el tabaco, el alcohol o la comida podían sofocar...

Había llegado a su límite, parecía haber traspasado la fina línea que separaba la cordura de la total demencia, sí, se estaba riendo, riendo de sí mismo por ser tan estúpido, por creer que podía sacar algo en claro habiendo llegado hasta ahí.
FInalmente, convencido de que era una total perdida de tiempo, se enfundó bien en su gabardina y se dispuso a regresar...pero no, esa noche no regresaría a casa, estar encerrado en aquella mansión solo le provocaba más dudas y preguntas, no quería pensar más, no quería escuchar el silencio solo roto por esos odiosos pensamientos.
Se decidió al final por buscar un hostal cualquiera, pasaría allí lo que quedaba de noche y tal vez parte del día siguiente, no pensaría más, no, el alcohol le ayudaría a ello.
Minutos despues ya se encontraba tumbado bocarriba en aquella cama, fría, dura, totalmente desconocida, perfecta para él, quien ya había empezado a beber aquel vozka que adoraba, su mirada, perdida en la nada, se desviaba sin quererlo a aquella ventana abierta, quedando como hipnotizado por el movimiento de aquella cortina de gasa, que ondeaba sinuosa llevada por el viento de la noche.

El alcohol empezaba a diluirse en los restos de aquella sangre que aún llevaba dentro y había hecho suya, el efecto calorífico tampoco se hizo esperar y aunque ya se había deshecho de la gabardina y la chaqueta, ahora el chalequillo y la camisa parecían estar asfixiandole.
Murmurando maldiciones en ruso retiró la primera prenda, lanzandola a lo lejos despreocupadamente, por la mañana, cuando recupeara parte de su psique se preocuparía en poner un poco de orden en todo aquello, pero de momento no había prisa, estaba solo y al fín parecía poder centrarse en otros pensamientos...cómo en encontrar la manera de desabotonar aquella dichosa camisa que parecía resistirse a los mandatos del ruso quien finalmente optó por jalar de la tela, haciendo saltar los botones por todas partes mas no todos, solo los cuatro primeros, pero era suficiente para dejarle respirar.

Valía la pena pagar ese dinero extra por una habitación algo más cara con minibar y magnetófono, cosas que se podían considerar lujos en un ambiente así.
De manera algo súbita sintió algo parecido a un escalofrío, cómo si notase una presencia próxima pero en su actual estado de semiembriaguez lo achacó a los otros inquilinos de las habitaciones, sí debía ser eso...
Se sentó pesadamente en el suelo entre ambos muebles, dando cuerda al magnetófono poniendolo en marcha y dejando que aquella suave melodía de piano inundase la estancia.
De ese modo, con las luces apagadas, apoyado en el viejo aparato musical y botella en mano...sin duda era una imagen patética para alguien de su posición social pero poco importaba eso cuando uno estaba solo...o relativamente solo.

Unos estruendosos pasos al otro lado de la puerta volvieron a hacerle sentir inquieto,fijó su vista en aquel lugar con expresión fastidiada. ¿ Es qué no se podía estar tranquilo en aquel tugurio?.
Como si con eso espresara su molestia se limitó a subr el volumen de la música, no del todo pero si lo bastante fuerte cómo para que se escuchase desde el exterior y en un arranque de frustación arrojó la botella vacía de vodka contra la puerta, viendo impasible cómo se hacia pezados tras el impacto, le importaba poco si eso molestaba a alguien, habia pagado y no deseaba ser molestado.

Pese a sus "quejas" mudas las molestias persistían, aquellos pasos sonaban más y más cerca casi podría asegurar que se dirigían a su habítación, era lo que sentía y eso le hizo ponerse sobre alerta.¿ quién podría ser?, No tenía ningún conocido en aquella ciudad, ni familiares, ni amigos...nada, y de tenerlos era muy improvable que le descubriesen en un lugar así. No, eso no era, entonces...¿ quién?

Agitó en el aire su brazo izquierdo como tenía acostumbrado para desenvainar aquella hoja de espada que solía llevar, pero para su desgracia ese día había salido desarmado de casa, una mala elección, ahora lo sabía.
Esto le hizo ponerse aún más nervioso al sentirse relativamente indefenso ante una posible amenaza, pero ¿ en que estaba pensando?, tal vez sería el efecto del alcohol que le estaba volviendo paranoico, llevandole a pensar que aquellos ruidos iban dirigidos a él, sería una idea absurda de no ser por aquella extraña sensación que le hacía estremecerse desde dentro.

Quedó claro que no era producto de su imaginación cuando claramente alguien estaba forzando la puerta.
Hizo el amago de levantarse del suelo apoyandose en aquella gramola, con la mala suerte de resbalar haciendo que la aguja rodase hasta el borde, cambiando súbitamente la música por un estruendo muy molesto, parecido al sonido de la lluvia muy intensa.
Lograba ponerse en pié finalmente un segundo antes de que la puerta se abriese y el resplandor que venía de aquel pasillo pareció cegarle por un momento, impidiendole reconocer la figura que se presentaba ante él como una sombra.

- ...¿ Q-que?...-En pocos segundos sus ojos se acostumbraron a la nueva luz y pudo al fin distinguir a la persona que había irrumpido de pronto...no podía creerlo, casi creyó haberlo invocado, se explicaba de pronto todas aqellas extrañas sensaciones que había tenido hacía un momento, pero pese a ese pensamiento no postró ningún gesto de miedo o sorpresa, no dejaría que su orgullo saliese lastimado de nuevo.- ¿ Qué haces aqui...?- atinó a decir muy serio, solo elevando la voz lo suficiente para que se le oyese por encima de aquel molesto sonido.